Venecia, territorio frágil: la turistificación en la ciudad de los canales

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Las ciudades cuentan su historia a través de sus llenos y vacíos, de sus calles y fachadas; Venecia lo hace también a través del agua que golpea las puertas anegadas y de la que conecta sus guetos. Ciudad de paso y conexión entre oriente y occidente, de comercio ancestral, de artesanía, agua, fango y vidrio. La ciudad, como el vidrio, es flexible en un momento pero frágil en otro. 

El deseo de explorar territorios, conocerlos, perderse en ellos, recorrerlos y consumirlos es una práctica ancestral parangonable al nomadismo, lo que nos recuerda que en tiempos remotos los éxodos y movimientos por el territorio eran motivados por la búsqueda de alimento y refugio. 

Sin embargo, el desarrollo de la agricultura permitió dar una salto evolutivo en materia de intercambios, por una parte determinó el asentamiento de grupos humanos en comunidades, lo que dio lugar a la producción local; por otra parte determinó el intercambio comercial entre diversos territorios. 

Con la especialización productiva local y la necesidad de intercambio comercial se crearon rutas comerciales que conectaban ciudades, países y territorios distantes en un hilo que les permitía la subsistencia y el desarrollo; por ejemplo, la ruta de las especias, de la seda y de los tejidos que conectaban Oriente con Occidente. 

La historia de muchas ciudades se cuenta también a través del paso de viajeros, comerciantes, refugiados, prófugos y bandidos, de las particularidades de su gastronomía, su artesanía y de sus costumbres. Venecia llegó a ser un imperio, escribió la historia del comercio, dominó la producción de embarcaciones, con ésta el tráfico marítimo, y fue puente de dos mundos en un continuo intercambio de mercancías y personas. 

Plaza San Marco, 2021 un día de verano. Fuente: Archivo personal.

Las ciudades como objetivos turísticos y el auge del turismo de masa son fenómenos que surgen a principios del siglo XX. En un análisis sobre el turismo de masas titulado “Il turismo a Venezia dal secondo dopoguerra ad oggi”, el profesor Andrea Zannini pone en evidencia datos sobre los flujos turísticos entre 1906 y 1990, período que denomina “il Novecento turístico veneziano”. Este período inicia con la fundación de la Compagnia italiana grandi alberghi (CIGA) y la construcción de grandes hoteles de lujo, luego se detiene durante las guerras, posteriormente parte con la reconstrucción de la ciudades hacia 1952, en los años ochenta se produce un gran aumento debido al desarrollo del turismo de masas y en 1990 se produce un nuevo cambio relacionado con los nuevos fenómenos migratorios en la Europa del Este. 

Los datos sobre flujos turísticos refieren números de personas, pero deben ser analizados también en relación a la capacidad de recepción de una ciudad en cuanto a espacios y servicios. Sobre este particular el profesor de economía del turismo Jan Van Der Borg de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia elaboró una simulación para determinar cuántos turistas podría soportar Venecia al día. 

La primera simulación la realizó en 1988 y el cálculo arrojó una cifra de veinte mil turistas al día. Treinta años después, en 2018 la cifra aumenta a cincuenta y dos mil turistas al día. Cifra que ha aumentado a setenta y siete mil, según la fuente en el artículo “Venezia «sold out», può «sostenere» 52mila turisti al giorno”. 

La Bienal de Arquitectura de Venecia, “City to Dust”

Instalación City to Dust en la 17º Bienal de Venecia. Por Studio LA. Fuente: Archivo personal.

Por paradójico que pueda sonar hablar de turistificación y al mismo tiempo visitar la bienal de arquitectura de Venecia, resulta útil para comprender la complejidad y fragilidad del sistema urbano y de los tejidos económicos, sociales y culturales que le definen. 

La bienal forma parte del paquete turístico de la ciudad, de su oferta cultural y entra dentro de los elementos que configuran el soporte económico de la ciudad; para bien o para mal, solo este evento mueve miles de personas. 

Volviendo a la bienal, encontramos que la resiliencia, la conectividad y el turismo han sido algunos de los grandes temas abordados y relacionados con la ciudad de Venecia en la 17º muestra internacional de arquitectura. 

Con el parón de los vuelos y la caída del turismo a causa del Covid las ciudades se vaciaron de turistas, el lockdown las devolvió a sus habitantes en detrimento de la subsistencia económica. 

Esto no ha dejado indiferente a quienes estudian la ciudad, la instalación City to Dust del equipo Studio LA en colaboración con el diseñador Baukje Trenning, muestra el impacto del turismo en la ciudad de Venecia. El impacto de cada persona que visita la instalación suena, literalmente, como un crujido bajo los pies. La instalación se despliega en el pavimento de una gran sala, donde se representa el mapa de Venecia elaborado en cerámica. Con el paso de los visitantes la cerámica se resquebraja, por lo que la obra cambia en cada momento que es visitada.

La metáfora del resquebrajamiento: “Polvo eres y en polvo te convertirás”

Plaza San Marco, Venecia 2021. Fuente: Archivo personal

Hoy día las motivaciones del tráfico de personas se han diversificado y en muchos casos banalizado. El turismo, como parte del engranaje comercial, es un elemento necesario para el soporte económico, pero se ha exacerbado en sí mismo y degenerado en el vórtice de la masificación para convertirse en un elemento que fagocita la ciudad desde sus propias entrañas. 

La vivienda, las relaciones del día a día y toda la complejidad de actividades cotidianas que tejen la ciudad y hacen sociedad describen la calidad de vida de un sistema urbano, uno donde las personas pueden hacer vida, es decir, cubrir todas sus necesidades. 

En la turistificación de las ciudades uno de los principales signos de alarma es la especulación inmobiliaria y se manifiesta con la disminución parcial o la ausencia total de disponibilidad de viviendas para los residentes. 

El impacto que tiene la disponibilidad de viviendas en un territorio es expansivo, porque no afecta solo la vivienda sino al entero y frágil ecosistema urbano y social. La turistificación quiebra los hilos que tejen la cotidianidad de los residentes, disminuye o aniquila la diversidad de puestos de trabajo en base a especialización y sector, precariza el sector de los servicios y al mismo tiempo condiciona la existencia o no de determinados servicios. 

En definitiva, y a grosso modo, la turistificación empobrece la calidad de vida de los residentes, lo cual deviene en expulsión. Si la oferta de una ciudad responde únicamente al turismo exacerbado, difícilmente se verán cubiertas ciertas necesidades básicas para los residentes, y esto va en detrimento de la sostenibilidad de servicios específicos, por ejemplo en el ámbito de la salud, la educación, la recreación, los espacios verdes o el ocio. 

Una ciudad turistificada es pasiva, porque su monoproductividad la hace dependiente de una sola forma de actividad económica. 

El turismo, pese al dinamismo y los beneficios que representa para la economía local, está sujeto a tendencias que fluctúan muy rápido y que pueden variar de forma inesperada, como el lockdown global que supuso el Covid-19 en el año 2020. Los problemas que derivan del turismo masivo se repiten en todas las ciudades del mundo. 

La turistificación es un fenómeno global, pero debe ser analizado, abordado y regularizado en lo particular y desde lo local. El camino es la integración del sector turístico y la planificación urbana para regular y desarrollar proyectos coherentes con la sostenibilidad social, económica, cultural y urbana; una labor que requiere el trabajo conjunto y transversal entre administración, sector público, privado, técnicos y ciudadanía.

La metáfora del resquebrajamiento advierte la inminencia de una catástrofe, pero esto puede solo representar la posibilidad de renacer siempre que se aborden las problemáticas como oportunidades para redefinir el modelo turístico. 

Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta

@gaudi_no