“Muy distinto es el rizoma, mapa y no calco. Hacer el mapa y no el calco. La orquídea no reproduce el calco de la avispa, hace el mapa con la avispa en el seno de un rizoma. Si el mapa se opone al calco es precisamente porque está totalmente orientado hacia una experimentación que actúa sobre lo real”.
Mil mesetas, Capitalismo y esquizofrenia. Deleuze y Guattari
Gilles Deleuze y Félix Guattari hicieron grandes aportes a la filosofía, pero una de las partidas intelectuales que más resultados de carácter práctico ha dado es, sin duda, “el rizoma”, texto introductorio de Mil Mesetas, Capitalismo y Esquizofrenia. Y, sobre el carácter de practicidad de sus aplicaciones prácticas, no encuentro una referencia mejor que Sistemas emergentes (o en qué tienen en común hormigas, neuronas y software), libro de Steven Johnson, donde el autor, tras el objetivo de explicar el epígrafe del título, genera una suerte de ejemplificaciones anecdóticamente conectadas mediante las cuales se va comprendiendo, básicamente, un punto de vista acerca de la complejidad.
Justamente considero que éste es el mejor o mayor aporte de la visión de Deleuze y Guatari: explicar la complejidad. Y considero también, que pocas visiones como la de la arquitectura y el urbanismo permiten una asociación especialmente gráfica de esta idea. Con ello, quiero referirme al concepto de rizoma, pero más enfáticamente a su gráfica y todas las innumerables asociaciones reales, metafóricas e incluso poéticas que podemos imaginar.
Desde esas imágenes, no es difícil comprender la diferencia entre lo simple y lo complejo, pero, mejor aún, entre lo fácil y lo difícil. En cualquiera de ambos casos, es cierto que son categorías muy relativas, pero hay un par de consideraciones que sí son determinantes.
Lo simple y lo complejo no siempre son una consideración cuantitativa, pero siempre son un punto de vista, aunque relativo, que se refiere a la naturaleza de las cosas o las circunstancias.
Lo fácil y lo difícil, es una respuesta que podemos tener, dependiente de unos recursos, ante una circunstancia necesaria.
De esta manera, y muy típicamente de la naturaleza de la arquitectura y el urbanismo, es posible que un análisis complejo nos pueda permitir una respuesta fácil, pero muchas veces la presentación formal de esa respuesta fácil puede aparentar simpleza, y es justamente allí donde está el problema.
Es un problema de narrativa, es decir, de cómo contamos el camino de la complejidad que nos lleva a soluciones, sean más fáciles o menos: cómo lo narramos. De esa narrativa no dependerá la complejidad, pero sí su comprensión y, de ser compleja, será casi imprescindible.
Curitiba, al sur de Brasil, es una ciudad que pudo experimentar un desarrollo que tiene que ver mucho con esto. Jaime Lerner fue un arquitecto que dirigió la ciudad varios períodos consecutivos y que acentuó un concepto muy práctico basado, justamente, en una metáfora de la complejidad.
La acupuntura es una forma de medicina alternativa, una “pseudociencia” (desde el punto de vista occidental), sobre la base de la cual está planteada gran parte de la Medicina Tradicional China (MTC), y tiene que ver con estímulos de presión, calor o simplemente pinchazos de finas agujas en puntos acupunturales. Estos puntos (Xue), por decirlo de manera rápida, se corresponden con un mapa sensorial de 361 nodos o lugares, capaces de estimular, funciones fisiológicas sobre, vísceras u órganos, estados emocionales, energía ying o yang etcétera. Como occidentales, nos cuesta entender esto, pero claro está que a poco que profundicemos en la concepción del Tao, vertiente espiritual y filosófica oriental, podemos comprender que se manejan categorías de complejidad bastante diferentes a los campos occidentales.
Jaime Lerner, en los años noventas, acuñó el concepto de Acupuntura urbana, basado en un par de premisas básicas.
Lo principal era entender que pequeños cambios en puntos sensibles de la ciudad podían provocar (a manera de racimo, de ahí su relación con lo fractal) cambios escalonados en las zonas adyacentes, con un ritmo y una cadencia propia de la ciudad. Dichos cambios debían tocar tres puntos neurálgicos de las dinámicas urbanas; la movilidad, la sostenibilidad, y la sociodiversidad. De alguna manera, era provocar un cierto nivel de resiliencia, cuando muchas de estas categorías no estaban inventadas.
Lerner, que hace poco nos acaba de dejar, trabajó con sencillez y sentido común niveles de complejidad muy altos que le llevaron a soluciones muy fáciles. Él mismo, en el inicio de su libro “acupuntura urbana” del 2005, cuenta una de las anécdotas de su primera legislatura:
“En mi primera legislatura como alcalde de Curitiba, una de las primeras decisiones que tuve que tomar fue cuando recibí una solicitud de una asociación de vecinos que pedían algo muy extraño: que el Ayuntamiento no hiciera nada en aquella vecindad. Le indiqué al concejal de obras que verificara la situación. Descubrimos que la petición, a pesar de ser insólita, tenía un origen lógico. El Ayuntamiento estaba realizando obras en la zona y la preocupación de los vecinos era que las máquinas acabaran cubriendo un pequeño manantial. Mi despacho fue lacónico pero decisivo: No hacer nada, con urgencia”
Lacaton y Vassal, una pareja/estudio de arquitectos franceses que tiene el último Pritzker de arquitectura (me niego a decir el N**** de la arquitectura), recibieron en el año de 1996 el encargo del ayuntamiento de Burdeux de “embellecer” unas cuantas plazas de su ciudad, entre ellas la de León Aucoc.
El estudio de Lacaton y Vassal mantuvo distintos caminos de aproximación al proyecto, considerándolo no solo como un espacio a intervenir, sino haciendo el ejercicio de preguntarse: ¿Qué entendía el Ayuntamiento el propósito de “embellecer”? Y terminaron confrontando esto al concepto de belleza en el sitio mismo.
Al final, después de hablar con vecinos, analizar profundamente, repito, no solo la infraestructura construida de la plaza, sino su gente, sus dinámicas, sus proporciones, sus actividades, sus lógicas, para llegar a la conclusión de que lo mejor, era no hacer nada.
Intervinieron a nivel de mantenimiento, a nivel de ligeras renovaciones de mobiliario y de arbolado, y elementos que permitían una mejor facilidad de uso de la plaza, pero sobre todo, no hicieron nada acerca de ese “embellecimiento” que el ayuntamiento buscaba. Tomaron una decisión simple, sobre la base de un análisis complejo.