Ecología política urbana

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Hace unos meses escribía −en Una ciudad híbrida− sobre el trabajo de Manuel de Landa o de Nik Heynen, Maria Kaika y Erik Swyngedouw, haciendo referencia al nuevo enfoque que estos autores están incorporando en el análisis urbano, que incorpora aspectos ecológicos y sociales.

Nik Heynen, Maria Kaika y Erik Swyngedouw

«Sin embargo, en una inspección más cercana, la ciudad y el proceso urbano son una red de procesos entrelazados que son tanto humanos como naturales, reales y ficticios, mecánicos y orgánicos. No hay nada ‘puramente’ social o natural en la ciudad, y mucho menos a-social o a-natural»

Erik Swyngedouw. The City as a Hybrid (1996).

La tradición occidental está asentada en un pensamiento dicotómico, que separa lo urbano de lo natural. Esta postura se basa en entender las ciudades como espacios aislados −en los que se da lo social, lo civilizado− y justifica el contexto natural como un lugar puro, salvaje y pasivo; dispuesto para la extracción ilimitada de recursos por parte el hombre.

In the Nature of Cities: Urban Political Ecology and the Politics of Urban Metabolism.
Nik Heynen, Maria Kaika, Erik Swyngedouw. (2006)

Este modelo impide concebir lo urbano como un fenómeno inserto en un ecosistema más amplio y ha generado una situación que está provocando −desde del siglo XVIII y en especial con el desarrollo del capitalismo a partir del S. XIX− que muchas ciudades industriales se comenzaran a percibir como insostenibles debido a sus desastrosas situaciones sociales, sanitarias y ambientales. Estos desequilibrios provocaron que más adelante −durante el S. XX y especialmente a raíz de la crisis ecológica del S. XXI− se comenzara a hablar de la necesidad de un desarrollo urbano sostenible.

Este artículo pretende profundizar aún más en los nuevos enfoques que están aportando los estudios de Metabolismo Urbano y la Ecología Política Urbana (EPU). Enfoques que entienden que no debemos pensar la ciudad y la naturaleza como realidades separadas y que contemplan la posibilidad de un desarrollo urbano que no degrade la estabilidad del ecosistema natural del que forma parte.

Metabolismo Urbano

En las ciudades de carácter industrial y/o capitalista los recursos naturales toman principalmente forma de mercancía. Estos son extraídos del medio natural y pasan a formar parte de diferentes flujos de materiales y energía que “alimentan” y constituyen la ciudad.

Abel Wolman, The Metabolism of Cities (1965). El gráfico demuestra las entradas y salidas de agua, alimentos, combustible, aguas residuales, desechos sólidos y contaminantes del aire de una ciudad hipotética de Estados Unidos de más de 1 millón de habitantes.

El concepto de metabolismo urbano fue utilizado por primera vez por Abel Wolman en el artículo The Metabolism of Cities (1965). Wolman utilizó este término para entender lo urbano como un organismo vivo, atravesado por flujos de entrada −biomasa, materiales, energía o agua− y salida −emisiones, desechos materiales y excrementos−. Este punto de vista permite comprender los procesos de intercambio de recursos de la ciudad –y su sociedad– con el contexto natural, del cual extrae una serie de recursos para distribuirlos, asimilarlos y generar ambiente construido, biomasa urbana y residuos. Esta idea fue desarrollada más adelante por Ian Douglas, en su ensayo The urban environment (1983) donde el autor describió las ecuaciones para medir el balance de los flujos energéticos, hídricos y de los materiales.

Metabolismo urbano de la ciudad de Bruselas en la década de 1970.

Ecología Política Urbana:

Los estudios de metabolismo urbano presentan ciertas limitaciones, pues no suelen incorporar un análisis político o social. Como decíamos anteriormente, los flujos de recursos que reproducen materialmente la ciudad obedecen –al menos dentro del sistema capitalista– a relaciones de tipo mercantil, por lo que comportan múltiples formas de dominación y explotación. 

Estos aspectos políticos y sociales, junto a ciertas nociones cercanas al metabolismo socioecológico –aunque más próximas a ciertas ideas de Marx y Lefebvre–, fueron desarrolladas por Erik Swyngedouw en The City as a hybrid: On nature, society and cyborg urbanization (1996). El autor utiliza el término metabolismo urbano para definir el conjunto de acciones ecológicas y sociales que interaccionan para generar –a través de los flujos de recursos– el entorno urbano, que es entendido como un híbrido socionatural.

Erik Swyngedouw

En The City as a hybrid Swyngedouw acuñó la expresión Ecología Política Urbana (EPU) para analizar estas relaciones entre la actividad humana y el medio natural, defendiendo el análisis conjunto de las estructuras urbanas, las relaciones sociales y los ecosistemas. Según Swyngedouw, las ciudades no deberían verse como algo opuesto al ambiente, sino como naturalezas producidas socialmente que deben su existencia a los flujos de recursos y a procesos naturales mediados socialmente. Mientras la naturaleza proporciona una serie de recursos, las relaciones sociales y el trabajo humano producen la historia social y también natural.

«el mundo se encuentra en un estado de metabolismo perpetuo en el que los procesos naturales y sociales se combinan en contextos históricos y geográficos específicos, dando como resultado “socionaturalezas producidas” o “naturalezas históricas” compuestas por elementos biofísicos, económicos, políticos, sociales y culturales. Diversas realidades geográficas e históricas serían el resultado de la producción de “quasi objetos” cargados con características materiales y discursivas específicas»

Erik Swyngedouw. “Modernity and Hybridity: Nature, Regeneracionismo,
and the Production of the Spanish Waterscape, 1890-1930” (1999).

La Ecología Política Urbana aborda de forma crítica las interacciones entre estos aspectos materiales (elementos físicos o biológicos) y discursivos (sociales, políticos, económicos y culturales). Entiende que en los procesos de urbanización existe una íntima relación entre los cambios sociales y medioambientales (socioecológicos) y que estos reproducen constantemente nuevas socionaturalezas urbanas: infraestructuras hídricas, flujos de alimentación, campos de cultivo, residuos y contaminación o jardines urbanos (públicos y privados). Esta postura supera también la ide de que la urbanización del entono implica la degradación de la “naturaleza prístina” y acepta la riqueza biológica y la diversidad ecológica de los ambientes urbanos.

La producción de la socio-naturaleza, según Erik Swyngedouw. En “Modernity and Hybridity: Nature, Regeneracionismo, and the Production of the Spanish Waterscape, 1890-1930” (1999).

En un principio los planteamientos de la EPU eran principalmente marxistas, pero ha ido agregando influencias posthumanistas –basadas en la TAR de Bruno Latour y en el Cyborg de Donna Haraway–, así como metodologías basadas en la ecología industrial y en la ecología urbana, los estudios rurales y los enfoques postcoloniales o feministas. 

Este enfoque asume que los procesos metabólicos tienen un fuerte componente político, ya que los flujos de recursos se producen en base a determinadas situaciones sociales, históricas y económicas favorecidas por los intereses de las élites en el poder.

Conclusión:

En conjunto, la Ecología Política Urbana ofrece una nueva metodología multidisciplinar que permite ampliar el marco teórico, ampliando los casos de estudio más allá del ámbito físico urbano. Permite también entender la forma en la que determinadas relaciones de poder y estructuras socioeconómicas dominantes pueden influir en diferentes conflictos socioambientales. Conflictos como la degradación de espacios naturales (naturales y urbanos), la distribución desigual de espacios verdes, el acceso desigual a los recursos por parte de colectivos específicos o la interrupción/redirección de flujos de recursos naturales.

El marco teórico que la EPU nos permite, por tanto, plantear de forma más acertada políticas de conservación y modelos urbanos más sostenibles (tanto en lo ecológico como en lo social). Para ello plantea el análisis del conjunto de condicionantes ambientales y discursivos (sociales, políticos, económicos y culturales) que producen un determinado paisaje urbano. Incorporando también a este análisis el estudio de la estructura de las relaciones de poder y su expresión social e institucional.

La EPU substituye, por tanto, la pregunta de ¿cómo conseguir ciudades sostenibles? por otro tipo de preguntas más sofisticadas, como pueden ser ¿cuáles han sido las condiciones y circunstancias (políticas, sociales, culturales y económicas) que han dado lugar a un determinado cambio sociambiental? o ¿cuáles son las condiciones que promueven la adopción de unas “prácticas sostenibles” sobre otras? 

Este tipo de preguntas permiten comprender mejor los procesos de urbanización y sus consecuencias socioambientales desde una complejidad que incorpora los procesos sociales, económicos, políticos y ecológicos. Permitiendo, en última instancia, abordar nuevas propuestas políticas con el objetivo alcanzar nuevos modelos urbanos más sostenibles socioecológicamente.

antonio montesinos
Antonio R Montesinos

Artista visual, comisario y docente. Licenciado en Bellas Artes por la UPV y Máster en Artes Digitales por la UPF. Su práctica es de carácter interdisciplinar y aborda temáticas relacionadas con el fenómeno urbano, el impulso utópico o la ficción especulativa. Ha publicado en diversos medios y presentado su trabajo en multitud de galerías, ferias e instituciones públicas.