Indice de contenidos
1_ Introducción:
Las diferentes olas de calor que han ido sucediéndose este verano nos hacen pensar en como el urbanismo tendrá que afrontar una situación de calentamiento global que cada año se hace más patente. Las altas temperaturas de nuestras ciudades dependen en gran medida de la cantidad de masa verde, disminuyendo en varios grados cuando en una calle hay árboles, arbustos o césped.
Los suelos asfaltados acumulan más calor que los suelos de baldosas o suelos de tierra o albero. Esto se debe a las características materiales del asfalto: a su impermeabilidad, su alta capacidad de absorción de la radiación solar y a su baja capacidad de reflexión. Su carácter impermeable provoca que cuando el asfalto se moja no acumule agua y por lo tanto no se produzca evaporación posterior, que refrescaría el ambiente.
Por otro lado el asfalto acumula altas temperaturas durante las primeras horas del día y libera este calor después lentamente, contribuyendo a que la temperatura permanezca elevada aunque el sol esté ya descendiendo. Estas características del asfalto, junto al la densidad de edificios construidos −que impide la circulación del aire−, la circulación de vehículos −estos irradian calor cuando están en movimiento− y la escasez de vegetación −que dá sombra y contribuye a una mayor evapotranspiración del agua− causa el llamado efecto isla de calor, que aumenta las temperaturas hasta seis grados en el centro de las ciudades.
2_ Refugios climáticos:
Algunas ciudades están reaccionando ante esta situación y están tomando medidas para sobrellevar las olas de calor que cada vez se suceden con más frecuencia. Ciudades como Paris o Barcelona están habilitando lo que denominan refugios climáticos, que son espacios interiores (bibliotecas, museos, centros deportivos o centros comerciales) o exteriores (parques, jardines, o patios de colegios) que se mantienen frescos y permiten sobrellevar las altas temperaturas a la población más vulnerable: bebés, mayores de 75 años, enfermos crónicos o personas con pocos recursos.
El Ayuntamiento de París aprobó en 2017 el plan Les Cours Oasis, con el objetivo de adaptar la ciudad a la situación de calentamiento global. Para ello planteaba convertir los colegios en pequeños oasis dónde la población pudiera refugiarse durante las olas de calor. El proyecto comenzó a implementarse el año 2020, a partir de diferentes procesos de codiseño en los que se incorporó al alumnado y a los profesores de cada uno de los centros.
El proceso continuó con la incorporación de zonas de sombra, vegetación −árboles, huertos, cubiertas y muros vegetales−, una mejora en la gestión de aguas pluviales −incorporando fuentes y juegos de agua− y la sustitución del pavimento de cemento por otros materiales, como madera o revestimientos permeables.
El principal objetivo del plan es adaptar los patios escolares −espacios donde reina el hormigón, sin sombra ni vegetación− a la situación de cambio climático, añadiendo masa verde, protegiendo a los niños (un colectivo especialmente vulnerable al calor) y convirtiendo estos espacios en lugares de convivencia, frescos y tranquilos.
Para ello el plan contempla también abrir estos espacios a la ciudadanía: fuera del horario escolar y durante los fines de semana. La propuesta incorpora además distintas formaciones y ciclos de conferencias, así como una app móvil que permite localizar estas “Ilots de fraîcheur” (islas de frescura) y acceder a información sobre como protegerse del calor.
3_ Aplicaciones en territorio nacional
Barcelona ha sido una de las primeras ciudades españolas en implementar un plan similar. El proyecto, llamado Refugis climàtics depende, al igual que el plan de París, de la financiación del Urban Innovation Action (UIA).
El plan plantea intervenir once escuelas −entre el año 2019 y el 2022− con un paquete de medidas distribuidas en tres colores: las medidas azules tienen que ver con la incorporación de puntos de agua, las verdes con la creación de espacios de sombra o vegetación y las grises con intervenciones en los edificios para mejorar su aislamiento térmico y la eficiencia energética. Al igual que en el caso francés el plan está basado en el codiseño, la divulgación y la apertura de los patios fuera del horario escolar. De forma paralela, diferentes centros de investigación monitorizan el impacto de las intervenciones en términos de salud y confort climático.
Paralelamente el Ayuntamiento de Barcelona está implementando desde el año 2016 el ambicioso programa Pla Superilla Barcelona, que prevé pacificar y renaturalizar el eixample incorporando 27 nuevas plazas (6 ya realizadas) y 21 nuevos ejes verdes.
Además, viene elaborado del desde el año 2018 una guía de refugios climáticos que este año incorpora 197 lugares frescos en los distintos distritos de la ciudad. La distribución de estos refugios permite ir de unos a otros caminando menos de 10 minutos y está especialmente pensado para proteger de las altas temperaturas a ciudadanos en situación de vulnerabilidad (por edad, salud o renta).
Otras ciudades españolas también están reaccionando a la situación de calentamiento global. El Gobierno de Aragón comenzó en el año 2021 el proyecto piloto Patios x el clima, con el objetivo de rediseñar los patios de tres colegios en Huesca, Zaragoza y Teruel.
Sevilla presentó en junio de este año el proyecto proMETEO Sevilla para detectar, clasificar y nombrar las olas de calor según su impacto, permitiendo así avanzar medidas de prevención y protección de la ciudadanía. Una de las medidas previstas es la activación de una red de refugios climáticos, siguiendo el ejemplo de París o Barcelona.
El Ayuntamiento de Málaga ha aprobado en abril de este año la creación de “microoasis” y “recorridos con control climático” en áreas de gran de afluencia turística, lugares identificadas como puntos de sobrecalentamiento y en zonas frecuentadas por colectivos vulnerables. Estos recorridos deberían incluir, según la propuesta, rutas peatonales sombreadas −mediante toldos, arbolado, techos verdes o las envolventes vegetales− con el objetivo de absorber la contaminación atmosférica.
El consistorio de Bilbao también presentaba hace unas semanas un mapa de refugios climáticos que incluye 64 refugios interiores y 66 exteriores.
4_ Conclusión:
Los refugios climáticos y otras medidas, como la actuación sobre los tejados de los edificios, permiten aliviar el “efecto isla de calor”. En Nueva York iniciativas como NYC CoolRoofs está utilizando voluntarios para pintar tejados de color blanco, con el objetivo de reducir un 30% las temperaturas en el interior de los edificios.
Otras ciudades como Toronto o Copenhague están fomentando la implementación de vegetación en los tejados y países como Francia o Dinamarca ya obligan a que todos los edificios de nueva construcción incorporen techos verdes. Medidas que ayudarán sin duda a contrarrestar una situación de calentamiento global que ya es inevitable.
Antonio R Montesinos
Artista visual, comisario y docente. Licenciado en Bellas Artes por la UPV y Máster en Artes Digitales por la UPF. Su práctica es de carácter interdisciplinar y aborda temáticas relacionadas con el fenómeno urbano, el impulso utópico o la ficción especulativa. Ha publicado en diversos medios y presentado su trabajo en multitud de galerías, ferias e instituciones públicas.