El paisaje es lo que vemos y percibimos, lo que compone nuestro entorno. Este es penetrable, habitable, cambiante. Forma parte de nuestra memoria, de nuestros afectos, es el lugar de la cotidianidad y del escape. El paisaje es el bosque, son las montañas, los ríos, mares y desiertos; pero también las ciudades, los pueblos, paseos marítimos, prados y campos de cultivo.
El paisaje es un sistema compuesto por elementos naturales y el paso de la humanidad en el territorio, es decir, cultura.
La mirada hacia el paisaje es relativa al observador, por tanto subjetiva y multifocal.
Disponemos de múltiples miradas que nos facilitan la clasificación del paisaje según lo que interesa identificar y valorar: desde la visión cultural y arquitectónica del paisaje apreciamos los procesos que han determinado la construcción antropológica de nuestro entorno, pero con una mirada urbanística y geográfica podemos conocer los hechos políticos, los registros normativos y legislativos, así como los aspectos físicos de un territorio.
A estas miradas se suma la del arte, visión que atribuye al paisaje una connotación sublime que nos permite percibir y valorar el paisaje desde la pintura, la escultura, la música o la literatura.
El paisaje se puede clasificar en relación a la mirada que se ponga sobre éste. La clasificación supone que una determinada visión sobre el territorio valora y reconoce todo hecho biológico, social y cultural. Si bien la cuestión de la observación del paisaje puede ser subjetiva —y por esto el concepto pone al observador como clave en la propia existencia del paisaje—, todas las miradas sobre el paisaje están interrelacionadas. Una visión cultural es al mismo tiempo arquitectónica, urbanística, artística y geográfica, porque el paisaje es el registro de la historia, del tiempo, de las sociedades.
Indice de contenidos
El paisaje en nuestra contemporaneidad
El paisaje se origina en el arte, en las pinturas que representaban los ambientes de la naturaleza, la cotidianidad de la vida en los espacios rurales y urbanos o en los jardines y parques.
Durante el siglo XVII la pintura representaba la naturaleza desde la visión del paisaje clásico. En el siglo XVIII tomaron relevancia las obras que ilustraban paisajes a través de las historias de viajes. En el siglo XIX se produce un gran cambio social y cultural con la Revolución Industrial, esto genera importantes modificaciones del territorio que se reflejan en las pinturas de paisajes.
En el siglo XX surgen nuevas corrientes artísticas y con estas el concepto de paisaje evoluciona y entra en nuevos ámbitos de estudio, valoración y práctica.
El concepto de paisaje se ha enriquecido en nuestra contemporaneidad, por lo que no podemos limitarnos a definirlo como un lugar, un contenedor, un escenario o una extensión de territorio.
En arquitectura y urbanismo el paisaje es un instrumento que permite identificar, comprender, valorar y gestionar el territorio. Por tanto, el paisaje no es un escenario dispuesto a la mera contemplación ni un objeto estático o inanimado, sino un complejo sistema de interacciones en el territorio. El paisaje es un elemento vivo, es un hecho cultural, social y político.
Paisaje y Land Art, la metáfora de lo posible
La integración de las artes en los ámbitos técnicos ha facilitado la evolución de conceptos, visiones y conocimientos aplicados en los proyectos de arquitectura y urbanismo.
La tendencia a dar un valor estético a lo que nos rodea ha sido el motor de las artes y de la arquitectura, y no por esto los aspectos técnicos, funcionales y normativos quedan disminuidos, todo lo contrario.
Por otra parte, con la conciencia holística que se inició en los años 60 del siglo XX en un caldero de movimientos intelectuales y sociales que dieron auge al surgimiento del arte conceptual, se generó una apertura de pensamiento de distintas disciplinas que descubrieron que podían permearse y trabajar de forma integrada.
Al mismo tiempo, esta apertura en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo se ha acercado a nuevas formas de observar y comprender el paisaje.
La comunión del arte y el paisaje hace posible que las metáforas se materialicen en acciones concretas, es decir, en proyectos de regeneración y normativas de protección del paisaje. El desafío está en fomentar la valoración del paisaje como un instrumento que puede definir metodologías y programas efectivos de legislación en la protección del medio ambiente y la regeneración de ecosistemas frágiles.
Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta | @gaudi_no