Metabolismo: la sustitución de lo antiguo por lo nuevo.

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Introducción:

Después de meses de incertidumbre, la famosa Torre Cápsula Nakagin comenzó el pasado 17 de abril su proceso de demolición. En un principio podemos percibir esta noticia como triste, pero en el fondo no lo es tanto. Debemos tener en cuenta que Kisho Kurokawa (1934 – 2007) –el arquitecto que la ideó– construyó este edificio el año 1972 para que tuviese una vida de unos veinticinco años y finalmente la torre a alcanzado el medio siglo de vida.

Torre Cápsula Nakagin. Kisho Kurokawa (1972)
Torre Cápsula Nakagin. Kisho Kurokawa (1972)

Como occidentales, la demolición de este edifico nos coloca ante un curioso choque cultural. La construcción se entiende en Japón como un bien provisorio; a diferencia de como se entiende en occidente, donde se piensa que la buena arquitectura debe permanecer en el tiempo. Kurokawa explica este choque cultural comparando el Santuario de Ise –construido en madera y que se reconstruye cada veinte años– con las sucesivas restauraciones del Partenón, que siempre venían acompañadas de polémicas relacionadas con su integridad.

Santuario de Ise Vs Partenón
Santuario de Ise Vs Partenón

Los Metabolistas y los principios invisibles:

El Metabolismo fue un movimiento arquitectónico fundada en Japón entre los años cincuenta y sesenta por cuatro jóvenes arquitectos: Kiyonori Kikutake, Kisho Kurokawa, Fumihiko Maki y el teórico Noboru Kawazoe. Todos ellos estaban fuertemente influenciados Kenzō Tange –profesor de casi todos ellos–, así como por ciertas corrientes internacionales, como el Movimiento Moderno o la arquitectura radical de Archigram.

De izquierda a derecha: Kikutake, Asada, Kawazoe, Kurokawa

El nombre del movimiento surge de Noboru Kawazoe, cuando utilizó la palabra japonesa shinchintaisha para definir la naturaleza orgánica de la Ciudad Marina de Kikutake. En japonés esta palabra significa “intercambio esencial de materiales y energía entre los organismos y el mundo exterior”, aproximándose mucho al significado de la palabra metabolismo en biología, que define las distintas reacciones químicas que ocurren en un cuerpo vivo para sustentar la vida. En japonés la palabra shinchintaisha implica además una perspectiva espiritual, más cercana al concepto budista de impermanencia, un sentimiento de sustitución de lo antiguo por lo nuevo cercano a las ideas de renovación, reemplazo o regeneración.

Ciudad Marina. Kiyonori Kikutake (1960)

Los metabolistas pretendían desarrollar una corriente arquitectónica de vanguardia, pero basada a la vez en la tradición japonesa. Aún cuando abogaban por un nuevo tipo de diseño urbano, adaptado a la sociedad moderna –masificada, plagada de grandes estructuras, flexibles y extensibles– apostaban también por mantener algunos de los valores de la filosofía asiática. En especial, el trabajo de Kurokawa se centró en mantener estos valores japoneses, que expresó a través de cuatro principios que denominó “invisibles”: el aprecio a los materiales, el carácter receptivo de la sociedad japonesa, la atención a los detalles y la capacidad de impermanencia.

El principio de materialidad, según Kurokawa, está ligado a como la tradición japonesa percibe que la naturaleza es hermosa en sí misma y que no necesita ser adornada de forma artificial. Esta idea, junto a influencias de corrientes internacionales como el brutalismo, llevaron a Kurokawa a apreciar la belleza inherente de los materiales en bruto.

“His Works: Capsule, Metabolism, Spaceframe, Metamorphose”. Kisho Kurokawa (1970)
“His Works: Capsule, Metabolism, Spaceframe, Metamorphose”. Kisho Kurokawa (1970)

Kurokawa afirmaba que la receptividad es única forma para que un país pequeño como Japón evite ser atacado o absorbido por imperios extranjeros, tanto orientales –como China o Corea–, como occidentales –como Gran Bretaña o Estados Unidos–. Esta postura permitió a Japón absorber los sistemas políticos y adelantos chinos o apropiarse de la tecnología e ideales estadounidenses durante el periodo de ocupación norteamericana después de la Segunda Guerra Mundial.

La rápida industrialización que vivió Japón motivó que no desapareciera la atención por los detalles característica de la tradición artesanal. Esta atención se traduce en una forma distinta a la occidental de pensar lo constructivo: mientras la arquitectura occidental se organiza mediante una jerarquía que va de la infraestructura general a las piezas individuales, la tradición japonesa –y el movimiento Metabolista– centra su atención en los detalles individuales, y de ahí se dirige hacia lo general.

City in the air. Arata Isozaki (1962).
City in the air. Arata Isozaki (1962).

El principio de impermanencia está basado en la utilización tradicional de materiales ligeros, como la madera o el papel, en la arquitectura japonesa. Materiales que fueron sucesivamente reducidos a cenizas en los diferentes desastres naturales –terremotos, tifones, tsunamis o erupciones volcánicas– y conflictos bélicos que han sufrido las principales ciudades japonesas a lo largo de su historia. Debemos tener en cuenta también que en los años sesenta Japón estaba aún en un periodo de recuperación –material y emocional– de los bombardeos atómicos de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el grupo eligió en primer lugar el nombre de Burnt Ash School (Escuela de la ceniza quemada) para reflejar el ruinoso estado de las ciudades bombardeadas y la oportunidad para una reconstrucción radical que esa situación planteaba.

Expo Osaka 1970
Expo Osaka 1970

Esta continua destrucción de las ciudades, unido a los conceptos budistas de regeneración, crearon en Japón una desconfianza hacia lo eterno, que difiere en gran medida de la concepción monumental/patrimonial que tenemos en occidente de lo arquitectónico. Estos valores, junto a la idea metabolista de que lo arquitectónico debe estar en armonía con lo natural, dio lugar a una concepción temporal de los edificios y las ciudades, que se conciben como estructuras permutables, adaptables y ampliables.

Torre Cápsula Nakagin

Estos cuatro fundamentos fueron aplicados por Kurokawa en una de sus obras más emblemáticas: la Torre Cápsula Nakagin. La torre fue diseñada en tan solo cuatro meses y construida en 1972 para ser utilizada por trabajadores de Tokio que perdían el último tren en Ginza y necesitan pasar la noche.

Construcción de la Torre Cápsula Nakagin en 1972.

La torre contaba con 140 cápsulas de 230 x 380 x 210 cm que se conectaban a dos núcleos de hormigón. La idea inicial consistía en reemplazar las cápsulas cada 25 años, pero nunca se hizo, por lo que el edifico –aún resistiendo cincuenta años– llegó a nuestros días muy deteriorado. Kurokawa propuso renovar de las cápsulas, pero su fallecimiento en 2007 y la crisis financiera global del 2008 causaron que este plan de renovación nunca se llevase a término. La torre cayó en el desuso y tras varios intentos de rescate, se determinó su demolición para el año 2022.

Conclusión:

Hasta nuestros días, la Torre Cápsula Nakagin representaba una de las únicas materializaciones de las ideas metabolistas que quedaba en pie. Se han sucedido varios intentos para conservar la torre, pero finalmente ha sucumbido a sus propios fundamentos de impermanencia y ha sido demolida. Algunas de las cápsulas serán conservadas y expuestas en museos, representando el recuerdo de un momento histórico de Japón y –por su puesto– también de las ideas de Kurokawa, basadas en utilizar la tecnología para crear unos edificios capaces de crecer, evolucionar y adaptarse a una sociedad viva (orgánica) en permanente evolución.

antonio montesinos
Antonio R Montesinos

Artista visual, comisario y docente. Licenciado en Bellas Artes por la UPV y Máster en Artes Digitales por la UPF. Su práctica es de carácter interdisciplinar y aborda temáticas relacionadas con el fenómeno urbano, el impulso utópico o la ficción especulativa. Ha publicado en diversos medios y presentado su trabajo en multitud de galerías, ferias e instituciones públicas.