Membranas, mamparas y pantallas

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Cada crisis da lugar a un gran número de situaciones y palabras nuevas. Desde que el pasado 14 de marzo  comenzase el estado de alarma provocado por el COVID-19 se han hecho cotidianas palabras como “confinamiento”, “distanciamiento físico” o “desescalada”. Esta última palabra denomina el periodo que sucede a los dos meses de confinamiento y su objetivo consiste en que la población se pueda adaptar gradualmente a un nuevo escenario para el que también se ha inventado una nueva expresión que roza el eufemismo: “nueva normalidad”. Si durante el periodo de confinamiento las paredes de nuestros hogares despeñaban nuestra principal protección, en este nuevo paisaje post-covid-19 están surgiendo una serie de nuevas medidas de higiene y distanciamiento que pretenden evitar un nuevo repunte de contagios.

‘The Transscalar Architecture of COVID-19’, de Andrés Jaque e Ivan Munuera

Las ciudades han tenido que adaptarse a esta situación en un espacio muy breve de tiempo, por lo que las administraciones se han visto obligadas a emplear diferentes estrategias para reordenar el uso de los espacios públicos. En muchos de los casos esto se ha conseguido aumentando las zonas para la circulación de los viandantes, que ahora van a necesitar espacios más amplios para poder transitar cumpliendo las medidas de distanciamiento y evitando aglomeraciones.

Campaña de adaptación de las calles en Barcelona al proceso de desconfinamiento.

Una se las estrategias más vistosas que se están poniendo en práctica vienen del llamado “urbanismo táctico” –un método de intervención urbana de bajo coste, rápido de implantar (pues no implica obra) y de carácter reversible–  perfecto para adaptarse a un momento de gran incertidumbre como el actual. Estas técnicas utilizan elementos removibles (como pintura, maceteros o jardineras), que permiten la reorganización temporal del espacio público durante el periodo de readaptación. Estas medidas se están aplicando además en la creación de corredores para bicicletas, ya que favorecen la movilidad, el distanciamiento físico y evita la contaminación

Pacificación de las calles del Consell de Cent.

Pacificación de las calles del Consell de Cent.

Podemos encontrar diferentes aplicaciones de estas técnicas alrededor del globo: aplicación de spray, utilización de adhesivos o el clásico marcado con pintura o cal. Todas ellas utilizan elementos gráficos y el color para establecer divisiones e imponer disciplina sobre los cuerpos, con el objetivo de establecer una distancia de seguridad y evitar así un posible contagio.

Ejemplos de urbanismo táctico en India, Singapur, Bangkok y New York.

Ejemplos de urbanismo táctico en India, Singapur, Bangkok y New York.

Junto a estas técnicas se está normalizando también la utilización de diferentes tipos de membrana. Podemos considerar como membrana cualquier tipo de lámina o tejido que evite el contacto del cuerpo con el exterior o con otros cuerpos. Podemos calificar bajo esta denominación los guantes y las mascarillas, pero también son membranas (duras) las viseras transparentes o a los diferentes tipos de mamparas de metacrilato que comenzamos a ver en los comercios y establecimientos hosteleros. Podemos, por tanto, decir que esta crisis nos ha hecho familiarizarnos con nuevas palabras, pero también nos ha obligado a establecer nuevas formas de relación con el espacio. El distanciamiento físico, la compartimentación con mamparas o la utilización de membranas sobre el cuerpo van a ser parte de esta “nueva normalidad” post-covid-19. Estas medidas van influenciar en la forma que habitamos nuestras ciudades y nos relacionamos entre nosotros.

Mascarillas, viseras, mamparas

Mascarillas, viseras, mamparas

No es la primera vez que una enfermedad influye en lo arquitectónico. Beatriz Colomina, en X-Ray Architecture, analiza como la arquitectura moderna estuvo fuertemente influenciada por la tuberculosis y su principal herramienta de diagnóstico: la radiografía. Según Colomina “La modernidad fue impulsada por la enfermedad”. Los arquitectos de principios del siglo XX, desde Le Corbusier hasta Jan Duiker o Richard Neutra, pensaron la arquitectura como una especie de instrumento médico para proteger el cuerpo y mejorar la salud. Durante este periodo se introdujeron mejoras higiénicas como la pintura blanca en las paredes, la utilización del vidrio que dejaban pasar la luz y los grandes ventanales que hacían posible ventilar de forma sencilla. También se dio protagonismo a estancias abiertas como terrazas y jardines con gimnasios, que permitían practicar ejercicio al aire libre. La utilización del vidrio estuvo, según Colomina, influenciada por el descubrimiento del los Rayos-X por parte de Wilhelm Conrad Röntgen en 1895. La arquitectura moderna y los Rayos-X evolucionaron a la vez. La radiografía permitía exponer el interior del cuerpo, mientras el vidrio permitió revelar el interior de los edificios, permitiendo introducir estrategias de vigilancia y control.

X-Ray Architecture, Beatriz Colomina

X-Ray Architecture, Beatriz Colomina

Colomina sugiere que si queremos hablar sobre el estado de la arquitectura en la actualidad, quizás deberíamos fijarnos en las enfermedades de nuestro tiempo y en las últimas tecnologías de obtención de información del cuerpo. Quizás deberíamos reparar (y estar alerta) sobre como, durante en estos “tiempos de pandemia” se han generalizado el distanciamiento social, el uso elementos de higiene (mascarillas y guantes), de elementos trasparentes para el aislamiento (viseras y mamparas) y como nuestra intimidad está completamente expuesta en otra superficie traslúcida: la pantalla de nuestros móviles.

La sociedad de la transparencia, Byung Chul

El filosofo coreano-alemán Byung Chul, nos habla en La sociedad de la transparencia sobre como, en la sociedad actual, se establece una “tiranía de la visibilidad” en la que todo debe ser visible y lo oculto se vuelve sospechoso. Es un tipo de sociedad positiva, despojada de toda negatividad. Una sociedad en la que la esfera pública ha sido sustituida por las redes sociales y donde se expone continuamente lo privado, que siempre es positivo (pues lo negativo es sospechoso). Una sociedad conformada por sujetos uniformes (todos iguales), aislados, monitoreados, auto-explotados y agotados. ¿Son quizás las medidas de distanciamiento y el uso de membranas una expresión de esta sociedad? ¿Es esta la “nueva normalidad” que deseamos? ¿De qué manera afectará todo esto a lo arquitectónico? Debemos ser conscientes en todo momento que es muy fácil pasar de medidas higiénicas a medidas de control social. Esperemos que estos nuevos usos del espacio den lugar a un tipo de arquitectura que nos permita vivir mejor.

Antonio R Montesinos