Manual básico para reformar una casa

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En un artículo anterior, nos acercamos a distintas formas de intervención en inmuebles. Hablábamos de los elementos a tener en cuenta cuando rehabilitamos y algunas de las diferencias con categorías como la reconstrucción. 

Pero lo más cotidiano, lo más usual, es la reforma. Vamos a ver por qué. Trataremos, además, de acercarnos a unos cuantos elementos que nos podrán dar algo de certeza en nuestra manera de enfrentarnos a procesos como éstos.

Iremos desde lo profesional a lo amateur. Quiero decir que es un compendio de sugerencias desde las visiones técnicas y profesionales a los usuarios, promotores o patrocinadores de reformas, que las afrontan desde una posición personal, no profesionalizada y sin mayor interés comercial. Es importante comprender esto, puesto que en caso contrario, cuando el carácter es comercial, los aspectos cuantitativos y cualitativos son distintos y se enfrentan profesionalmente con otras estrategias.

La realidad

En España tenemos un parque de viviendas envejecido, un ochenta por ciento de las viviendas es mayor de 20 años, probablemente uno de los mayores de toda Europa. Por otro lado, estamos haciendo frente a dos adaptaciones forzosas de nuestras viviendas: Una que tiene que ver con la energía y su optimización, y otra con el confort y la calidad tecnológica de la que disponemos. 

A esta circunstancia debemos sumar el estado post pandémico, que nos ha generado muchos interrogantes en cuanto a los roles espaciales: cada vez es más necesario contar con una infraestructura laboral que nos permita teletrabajar desde el interior de nuestro hogar o en unas condiciones de espacio distintas a las anteriores.

Disponemos de determinadas ayudas, que no está de más aprovechar, y tampoco nunca estará de más el adaptar nuestra vivienda a unas terminaciones que nos pongan a punto y nos permitan disfrutarla al 100%.

En España tenemos un parque de viviendas envejecido, un ochenta por ciento de las viviendas es mayor de 20 años,

El Objetivo

El primer elemento a considerar, aunque parezca puramente retórico, es reflexionar sobre nuestro interés en la reforma. Será tan fácil como respondernos a la pregunta:

¿Por qué quiero reformar?

No será lo mismo que tengamos el debut de un miembro de la familia con una limitación de movilidad a que los hijos hayan crecido, liberando así espacio que debamos readaptar, o que, simplemente, envidiemos el azulejo del patio de la vecina. Cada uno de los argumentos que podemos esgrimir siempre estará justificado, puesto que somos nosotros mismos los protagonistas de las necesidades. 

Otra cosa es la respuesta a nuestra segunda pregunta. A propósito de este argumento (respuesta a la primera):

¿Qué puedo sumar a la reforma?

Existen pequeñas intervenciones que no pasan más allá de la molestia de un par de días, a diferencia de cuando la razón primera de la reforma nos obliga a desocupar la casa, lo que implica un nivel de logística, inversión y molestias que bien puede merecer la pena aprovechar desde lo técnico. 

Muchas veces el desocupar la casa, implica detener todos los sistemas de los cuales está conformada, y puede merecer la pena evaluar renovaciones o reparaciones que de estar habitada son muy molestas e incluso casi imposibles; un viejo goteo de una tubería, instalaciones eléctricas vistas que pueden ser conducidas, cambio de una caldera o calentador, mejoras como el pulido o abrillantado de un piso de mármol, terrazo o similar o incluso, simplemente, un repintado integral del interior de la casa.

Los recursos

Es muy importante que dejemos paso no solamente a las pretensiones técnicas o de gusto, sino a las económicas. “Estirar los pies hasta dónde dan las sábanas”. Y es justamente en este ámbito en donde podemos empezar a dejarnos asesorar.

Es una materia que requiere de la intervención de expertos, ahora bien, el hablar con expertos, no es atender a comerciales. Un experto podrá justamente decirnos el “tamaño de nuestras sábanas”, mientras que el comercial, intentará a toda costa y sin perjuicio del inventario económico, el disuadir en incrementos de capital, para que financiemos más trabajos.

Llegada esta disyuntiva, siempre será más ajustada una sugerencia de un técnico con consideraciones de presupuesto, antes que un comercial con criterio técnico.

Por otro lado, debemos asumir que nuestra realidad es tan cambiante como la tecnológica.

Hace diez años, la mayor parte de los elementos de domótica tenían precios prohibitivos; hoy en día, es casi imposible no pensar en determinados aumentos del confort del hogar sin implicar dotaciones tecnológicas de domótica, que, por un lado, se resuelven de manera técnica más solvente y por otro tienen importantes disminuciones de costes, en función de cómo los productos entran en altos consumos en el mercado de la construcción.

En este mismo sentido, debemos ser conscientes que estamos entrando (sino estamos ya dentro) de un momento tecnológico en el que los automatismos propios de la domótica han llegado a un estado 3.0, es decir, compatibilizado con el Internet de las cosas. Esto no quiere decir otra cosa que. lo que antes resolvíamos con un simple botón en casa, ahora lo podemos programar de manera ubicua y asincrónica gracias a Internet.

Evaluar los recursos con los que contamos para enfrentar la reforma no es solamente medir el dinero versus los trabajos, es sobre todo procurar reducir los imprevistos. Este ejercicio, generalmente asesorado por profesionales, es de suma importancia, puesto que nos permite reflexionar, dimensionar, elegir calidades, aprovechar ventajas y, en general, evaluar los recursos con los que podremos contar para enfrentar el proceso. 

Siempre será mejor un contrato o relación profesional antes que un favor personal. Piensa siempre en que la relación profesional pone de manifiesto circunstancias, por un lado, amparadas en unos márgenes técnicos, apartando de lado lo que son las relaciones personales y la voluntad y emociones que pueden generar conflicto de intereses.

Me refiero claramente a que no recurras a tu primo arquitecto, ya que probablemente terminarás perdiendo o al primo o al arquitecto. 

Evaluar los recursos con los que contamos para enfrentar la reforma no es solamente medir el dinero versus los trabajos, es sobre todo procurar reducir los imprevistos.

Contratas y proveedores

Nunca te fíes del primer presupuesto por deslumbrante que parezca. Necesitarás más de dos o tres, con conversaciones de técnicos o comerciales incluidas, para que tengas los conocimientos para tomar una decisión.

Establece relaciones claras y concretas basadas en plazos realistas, que además deben tener principio y final, y si una contrata depende de otra, permite que sean los expertos quienes se entiendan entre ellos. 

Recurre a proveedores fiables dónde puedas tener un trato personalizado: las grandes marcas o supermercados de materiales o acabados cada vez crecen más, abarcan mayores espacios de los mercados mayoristas, pero fallan garrafalmente con los pequeños clientes, que valoran y demandan un trato personalizado. 

Siempre serán mejores y más fiables las contrataciones recomendadas, puesto que quien te lo recomienda con seguridad te podrá mostrar un ejercicio previo de trabajos a manera de ejemplo; no obstante atiende también a la escala y proporción de la capacidad de gestión de la contrata, quien es bueno para un trabajo modesto, se le puede ir de las manos en uno de mayor envergadura, eso dependerá del equipo profesional con el que cuente y a la vez, no es poco usual que las grandes empresas despersonalicen el servicio y atiendan de manera relegada a pequeñas reformas en las que, evidentemente su rango de beneficio es pequeño.

Nunca te fíes del primer presupuesto por deslumbrante que parezca. Necesitarás más de dos o tres

Estrategia ecológica

Aunque reformar, en alguna medida, puede tener un sesgo de obsolescencia programada y consumo, es importante que tengamos una pequeña estrategia de nuestra contribución al medioambiente. Tan solo bastará con tener en cuenta dos estrategias fundamentales:

La primera tiene que ver con el control adecuado de escombros y desechos. Podemos, desde la contratación, demandar y vigilar que la gestión de escombros sea adecuada, que haya una partida específica para ello, y que los desechos terminen en un punto limpio o lo que nuestra administración competente determine. 

Por otro lado, será siempre más amable que busquemos proveedores pequeños y locales, esto nos garantizará menores consumos de movilización, desplazamiento y ya con suerte, de algo de materias primas o por lo menos, materiales secundarios.

Garantías y comercialización

Como condición general, debemos recordar que en la Unión Europea no se comercializan objetos o productos que no tengan como mínimo dos años de garantía en su fabricación. Por otro lado, todo trabajo deberá estar garantizado. No obstante, y puestos a hilar en fino, nunca liquides económicamente un trabajo si no estás con seguridad satisfecho con las condiciones acordadas. Esto debe precisarse con anterioridad en el proceso de contratación y, en definitiva, se sugiere un último pago a la satisfacción del cliente. 

Finalmente, recordad que siempre existen profesionales dedicados a toda escala y proporción para encargarse de manera profesional de una reforma, y que dada la promoción directa amateur por parte de un propietario, éste tiene múltiples canales para realizar reclamaciones o amparar de manera legal sus contrataciones y, sobre todo, para la defensa de sus derechos. 

Mario Hidrobo

Arquitecto y Urbanista (1992). Con estudios y experiencia en Rehabilitación Patrimonial, Accesibilidad, Movilidad Urbana Sostenible, Cooperación al Desarrollo y Cultura digital, temáticas que aborda tanto en lo práctico como desde la docencia. Actualmente, actúa como facilitador de conciencia territorial, encargándose de procesos de Participación ciudadana digital