Los pueblos del racionalismo español 

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Introducción:

En gran parte de las escuelas de arquitectura existe una asignatura troncal que consiste en “hacer proyectos”. Suele llamarse taller o proyectos, justamente, y trata de ofrecer una práctica del desarrollo de distintas tipologías que el ejercicio profesional compromete. Es ahí donde se inicia la práctica del diseño que muchas veces arranca en ejercicios básicos de la disciplina, diseño gráfico, industrial y se suele extender hasta las categorías más complejas de la materia: un hospital, un aeropuerto o una ciudad. Usualmente, cuando se toca este “tema máximo”, con pocas referencias adicionales, conocidas y documentadas del mundo occidental, se suele citar a Brasilia. Uno de los pocos casos que se conoce de un “encargo de ciudad”. La idea de José Bonifacio, que se convertiría en un sueño de Juscelino Kubitschek, quien convencería y contagiaría de entusiasmo a Óscar Niemeyer y Lucio Costa, para terminar siendo uno de los más grandes ejercicios políticos a través de la arquitectura y el urbanismo, insisto, sobre todo conocido y bien documentado, particularmente por lo contemporáneo del caso.

No obstante, y de manera mucho más próxima, han existido ejercicios de similares características que, manteniendo las diferencias de escala y proporción, y comprendiendo a la arquitectura de ciudad como uno de los ejercicios de la expresión plasmable más visible de la política, es importante revisar- Otras coyunturas qué, respetando la escala, han sido igualmente interesantes.

Antecedentes:

Antecedentes como Deganya y los primeros Kibutz israelitas fundados en tierras aún de la Siria otomanas, en donde en 1909, se desarrolla un socialismo comunitario formado por emigrantes sionistas de la Rusia Blanca y que trascenderán no solamente dentro del legado sionista, sino dentro del desarrollo del concepto comunitario y agrícola.

Será también el Agro Pontino italiano, emprendimiento de Mussolini que mediante un plan de asignación de tierras llevó población, especialmente de Veneto y Friuli Venezia Giulia, a la región de Lazio. De ello la ciudad de mayor importancia que ha prosperado y conserva mucha infraestructura de la época es Latina, originalmente fundada como Littoria.

Los pueblos creados en España: 

En territorio español toda esta referencia italiana será un antecedente importante. En 1935, José Fonseca dirigió un seminario de “urbanología” que se celebraba en la Universidad Politécnica de Madrid. Poco después, será él mismo quien dirija el Instituto Nacional de Vivienda. En 1939 y tan pronto terminó la guerra, uno de los propósitos principales fue la autarquía.

El régimen se propuso lograr una autonomía económica mediante un aislamiento, dentro del cual, como es obvio, tomaba protagonismo cualquier espacio productivo. De protagonismo máximo serán los productos de primera necesidad. Así, la agricultura tomaría máxima importancia. De esta manera, las primeras entidades que entrarían en funcionamiento serían la Dirección General de Regiones Devastadas, que se encargaría de restituir la infraestructura construida. Ciudades enteras serían restablecidas, tales como Teruel o Brunete. Por otro lado, se crea el Instituto Nacional de Colonización (INC), que se encargaría de generar la infraestructura urbana que dará cobijo a nuevas poblaciones agrarias alrededor de las cuales se convertirían amplias zonas de secano en agrícolamente productivas. El propósito no será original del Régimen, sino que ya en la Segunda República se tenía un plan nacional de pantanos, que se desarrollaría cerca de las principales cuencas hidrográficas; el Tajo, el Ebro, el Duero, el Guadiana, el Guadalquivir.

Más de 300 pueblos agrícolas en 27 provincias fueron creados para que acompañaran al plan de desarrollo agrario. Esto consiste en que tan pronto como los embalses empezaban a ser capaces de enviar de manera controlada agua a las acequias, estas debían poder llegar a grandes extensiones de secano, que poco a poco se fueron transformando en amplias zonas de cultivo para ser explotadas por los nuevos colonos.

Desde las probabilidades del planteamiento arquitectónico y urbanístico se tenía una disyuntiva. Por un lado, la posibilidad de acercar a los agricultores a sus tierras dotándoles de vivienda aislada, pero  junto a su campo, con sus apeos y lo necesario para un desenvolvimiento medianamente autónomo, alejados de los centros de encuentro y convivencia social; escuela, colegios, servicios.; O, por otro lado el armonizar la vivienda de manera urbana creando pueblos que concentraran servicios, y que sean los trabajadores quienes se desplacen a las faenas propias del campo, opción que de manera mayoritaria terminará por imponerse, puesto que los servicios como la iglesia, la escuela y la representación política jugarán un rol importante dentro de la estrategia de control propia del Régimen.

Los requisitos para acceder se establecían en un bajo nivel de renta, carecer de propiedades de suelo o finca rústica, tener un expediente penal limpio, tener familia numerosa y carecer de enfermedades infectocontagiosas. Una vez llegados a los pueblos, los nuevos colonos debían asistir a misa los domingos y confesarse, tras este trámite el cura otorgaba certificados de confesión y el alcalde uno de buena conducta, los colonos, igualmente, debían rendir cuentas a un encargado de varios pueblos y esas cuentas, evidentemente no eran solamente relativas a su comportamiento sino, y lo que era más importante, de las cosechas de sus cultivos.

El desarrollo

Más de ochenta arquitectos trabajan junto al INC, bajo la dirección de José Tamés, luego muchos de estos llegarán a ser grandes figuras de la arquitectura del siglo XX, entre los que, sobre todo, destacará Alejandro de la Sota, por el renombre que alcanzará y José Luis Fernández del Amo, que será el más prolífico. Para ellos y los demás arquitectos, incluso algunos en un determinado estado de Remisión dada determinada cercanía con la República, el INC se convertirá en un espacio laboral que les permitiría, bajo determinados condicionantes generales, llevar a cabo, no solamente una incorporación al espacio laboral sino incluso un determinado florecimiento. La institución era determinante con varias exigencias que tenían que ver sobre todo con el propósito de aislamiento que pretendía el Régimen, demandando que los proyectos debían mantener una “apariencia apegada a la tradición española”,

Vegaviana es el pueblo cumbre de los proyectos que realizó Fernández del Almo, premiada en eventos internacionales a los que acude, sobresale el galardón en la Bienal de Sao Paulo y una exposición rusa. Destaca también el trazado Villalba de Calatrava, conocida como el pueblo de los toneles, dada una estratégica implantación de las viviendas que va retranqueado paulatinamente cada parcela y su afrente a fin de romper con la continuidad de los muros lineales y cuya iglesia pasará a la posteridad como uno de los elementos más importantes de la colaboración de artistas progresistas con arquitectos diseñadores, sobre lo cual hay un sin fin de anécdotas.

Fachada principal de la iglesia de Villalba de Calatrava.Fachada principal de la iglesia de Villalba de Calatrava.

La Bazana Alejandro De La Sota, en Badajoz, integra la campiña de jerez con pequeñas plazoletas que dejan generan un efecto que permite una lectura que no consiste en que el proyecto se integra al paisaje, parece que es el paisaje el que ha absorbido al proyecto y este se ha mimetizado, probablemente una de las obras máximas de De La Sota

La posteridad

Se hicieron pueblos de la nada, en dimensiones variadas, que darían albergue a entre 20 a 400 unidades familiares. En la mayor parte de los casos, es muy interesante de ver cómo el partido en sí mismo de la implantación urbanística se corresponde a una tradición romana, la teoría del cardus maximus y el decúmano, aunque sin orientación cardinal, sí que mantienen una similitud, sobre todo, representativa. Alojar a los poderes representados por la Iglesia y la representación política en el centro de la implantación (a veces de manera más simbólica que geométrica). Como será obvio y evidente, la forma de gobernanza tampoco sería nada más allá de un emprendimiento en vertical y piramidal. En ese tiempo, no se podía pensar que las cosas podrían ser de otra manera, de hecho, en gran parte de los casos se agradecía que el poder hegemónico se hiciera cargo de la inversión, mientras que el riesgo y las pérdidas, de haberlas, las asumieran siempre los trabajadores.

Muchas familias encontraron así una alternativa para salir adelante y ahora, dos o tres generaciones después, aún tienen el arraigo a su pueblo.

Ahora nos damos cuenta de que esto no dejó de ser un espacio para que quienes tuvieron la oportunidad de crear pueblos de la nada, supieran, de alguna manera, burlar al Régimen e introducir los criterios y conceptos propios de un racionalismo que es estaba dando en todo el mundo bajo una clandestinidad de mantener un lenguaje local y que, a día de hoy, es parte de un patrimonio  que, en su gran mayoría, se encuentra conservado y con bastas iniciativas como la de la misma administración, que  ha catalogado un gran archivo bibliográfico y audiovisual que respalda todo este legado y que, incluso, se está difundiendo ahora a través del perfil un pasado colono de Instagram.