Los inmigrantes también hacen ciudad

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Qué serían las ciudades sin la riqueza que aportan las culturas, las nacionalidades, las razas, el conocimiento y la inteligencia de todas aquellas personas que cruzan fronteras para asentarse en destinos ajenos en busca de nuevas oportunidades. Las migraciones aportan a las ciudades un complejo sustancial que mueve distintos engranajes de lo social, activan procesos de intercambio de todo tipo y esto permite crear relaciones transfronterizas e interlocales. La búsqueda de oportunidades genera más oportunidades, es el principio de la sinergia.

La ciudad es un laboratorio social, decía Robert E. Park refiriéndose a Chicago, una de las ciudades que, en el contexto de los años 1920-30, representaba un nutrido y prolífico escenario donde pudo comprobar que las migraciones tenían un papel importante en la construcción social de lo urbano. Para Park, los inmigrantes representaban uno de los motores del cambio y el desarrollo de las sociedades, algo así como el catalizador de la innovación y la transformación. En ese momento, cuando tuvo su apogeo la Escuela de Chicago (Escuela ecológica), había una preocupación por el fenómeno de la industrialización y sus consecuencias. Los estudios sobre este fenómeno les condujo a enfocarse en las migraciones como uno de los factores clave para comprender la ciudad moderna a partir de las relaciones interraciales que se producían en el espacio urbano. Desde la perspectiva de Park, la integración racial y cultural determinaba ciudades con múltiples mundos sociales.

La industrialización tuvo mucho que ver en las diásporas del campo a la ciudad; cuando la ciudad industrial necesitó mano de obra la obtuvo del campo. Sin embargo, las migraciones no refieren únicamente la búsqueda de sustento, seguridad o mejor calidad de vida, sino también la de otros escenarios para la creación, la colaboración y la producción. Los intercambios estudiantiles, las diásporas de intelectuales, profesionales y de expertos en distintas áreas del conocimiento y la tecnología han elaborado un mapamundi multicultural de saberes que trasciende fronteras físicas y barreras ideológicas. La inteligencia colectiva no se concibe con fronteras ni diferencias culturales o raciales; las migraciones han permitido a lo largo de la historia crear nuevos espacios de intercambio y ciudades más heterogéneas.

Los múltiples mundos sociales que propuso Park y que conceptualizó como «mosaico de diferentes mundos» para explicar que las ciudades son lugares de acción, producto de la interacción de grupos sociales, raciales y culturales, nos lleva al término «interlocal». Este concepto es revelador porque refiere dos aspectos distintos de lo trasnacional: conexión entre varios lugares y vínculos socio-culturales que definen al ser humano contemporáneo. Esto se explica por sí solo cuando recorremos, por ejemplo, el barrio chino de cualquier ciudad del mundo. Lo interlocal se experimenta a través de la multiplicidad cultural y social de lo urbano; somos interlocales en la medida que las ciudades permiten la heterogeneidad.

El escritor Suketu Mehta hace referencia a lo interlocal, entre otras cosas, a través de la simple relación con la gastronomía; con ésta los inmigrantes e incluso los locales pueden ser «embajadores culturales de las localidades entre las que viajan», pero también de las ciudades en las que viven o de las que son originarios. «Los interlocales enriquecen de múltiples maneras los lugares que conectan». Las pizzerías, los restaurantes de comida mexicana, china o libanesa representan también ese «mosaico de diferentes mundos» del que hablaba Robert Park.

En el tema de la inmigración hay dos discursos, uno positivo y otro negativo; ambos tienen implicaciones diversas y explicaciones muy complejas. He desarrollado la parte del discurso sobre las migraciones que entiende a los inmigrantes como un valor positivo apoyada en la teoría de Park, porque ésta se sostiene desde el punto de vista ético y práctico. Parto de esta base no solo por convencimiento, sino por experiencia. Sin embargo, existe también otro discurso que pone a los inmigrantes como un problema; una realidad negativa que tiene relación con las políticas de migración que se aplican a los inmigrantes.

Es bien sabido que los intereses económicos globales fomentan el intercambio comercial, pero la libre circulación no se aplica para las personas. La nacionalidad, según a qué Nación-Estado pertenezca, permite acceder a determinados territorios, servicios o disponer del amparo de ciertas leyes. Los desposeídos de nuestra contemporaneidad son aquellos que se mueven por territorios invisibles, los de la supuesta ilegalidad. Las fronteras son espacios de tensión, de exclusión y esto trasciende al espacio público y legal de las ciudades a través de las posturas políticas contra la inmigración. Esto produce un impacto muy negativo en el tejido social y en el valor multicultural de las ciudades.

Recientemente la ONU se ha pronunciado sobre los problemas que afectan a los inmigrantes con la elaboración de un documento que representa un avance en materia de derechos humanos: la «Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes» [1]. El documento muestra una postura a favor de «facilitar la migración y la movilidad regulada, segura, ordenada y responsable», anteponiendo las necesidades de las personas. Entre las declaraciones, reconocen y argumentan con datos que los inmigrantes son un recurso positivo para las ciudades por su «contribución positiva al crecimiento inclusivo y al desarrollo sostenible». Esta realidad expuesta y reconocida ha servido para comprometerse a «facilitar las migraciones y mejorar las condiciones de vida de los inmigrantes» y a incluirlo como objetivo en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.

Un marco legal que apoye, proteja y facilite los desplazamientos, que ponga a resguardo la integridad y los derechos de las personas contribuirá en la construcción de una sociedad ecuánime. El reto de las naciones es garantizar la igualdad de oportunidades, el acceso a la salud, a la educación, al trabajo y facilitar la integración de los inmigrantes. Este compuesto tendrá una repercusión en la construcción de ciudades más inteligentes, abiertas e inclusivas, y en consecuencia en un desarrollo sostenible. Sin capital humano, entendido éste como un complejo multicultural, no hay ciudad que pueda prosperar en un mundo interlocal.

Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta

Notas:

  1. (2016). «Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes».