Las Ciudades en los Objetivos de Desarrollo Sostenible

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¿Cómo pueden las ciudades ser mejores lugares para vivir?, ¿Qué podemos hacer para conseguirlo? La sostenibilidad del planeta depende en gran parte de las ciudades, pues son los núcleos donde se concentran la mayor cantidad de población, los centros de organización productiva, las estructuras económicas, políticas y legislativas que afectan a todo el planeta y sus habitantes de distintas formas. Uno de los elementos clave en el proceso puede estar representado en las nuevas formas de gobernanza que permitirán la construcción de ciudades democráticas y sostenibles.

Empezamos por recordar que en septiembre de 2015 fueron aprobados por la ONU diecisiete objetivos globales que se plantean como herramientas de planificación para trabajar en los mayores retos sociales, económicos, políticos y urbanos de nuestra contemporaneidad. Es la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en los que se pretende poner fin a la pobreza, al hambre, luchar contra la desigualdad, mejorar la calidad de vida, la salud, la educación y frenar el cambio climático, entre otros. Todos los objetivos de la agenda son transversales entre sí, puesto que hay una dependencia orgánica entre cada objetivo; se parte de unos conceptos fundamentales como sostenibilidad, igualdad, integración y justicia para permear cada objetivo.

Sin embargo, hay que decir que la Agenda 2030 es muy ambiciosa y aunque no queramos pecar de fatalistas tenemos como precedente el fracaso de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) fijados en el año 2000, sin contar con todos los pactos para frenar el cambio climático que no llegaron a puerto. Bien por la falta de monitoreo de los países en el cumplimiento de los objetivos y porque se trata de problemas complejos en los que interfieren diversas variables, la realidad puso de manifiesto que además de un sistema eficaz de evaluación, con indicadores representativos y control sobre las acciones encaminadas a conseguir estos objetivos, es necesario definir nuevas formas de gobernanza y colaboración.

Las ciudades tienen un papel importante en la consecución de los objetivos porque al tiempo que son los espacios que dan soporte para el desarrollo y cuentan con un gran capital humano creativo, también generan problemas que afectan la salud, el medio ambiente y la calidad de vida de las personas. Llevado a cifras, las ciudades son responsables de un 70% del PIB, consumen cerca de un 60% de la energía global, el 70% de los residuos globales se generan en las ciudades y además son responsables de la emisión del 70% de gases tóxicos que contaminan el aire. Estas cifras irán en aumento, considerando que para el año 2030 la población urbana representará el 60%.

Las ciudades en los Objetivos de Desarrollo Sostenible | Sabrina Gaudino Di Meo

Es por esto que uno de los objetivos de desarrollo sostenible incluye en el número 11 a las «Ciudades y comunidades sostenibles» con la premisa de «lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles». En cada objetivo se proponen alcanzar unas metas; en el objetivo 11 algunas de las metas propuestas tienen que ver con la solución de problemas a los que nos enfrentamos a diario en las ciudades, como la contaminación, la falta de zonas verdes, la inseguridad, la necesidad de una buena red de transporte público y de espacios públicos, el acceso a la vivienda y la desigualdad.

Todo bien hasta aquí, pero seguimos preguntándonos ¿cómo alcanzar estas metas? En una conversación con Marta García Haro, coordinadora gerente de la Red para el Desarrollo Sostenible en España (REDS), nos comentaba que si bien los retos son enormes hay que ponerlos en el cajón de lo posible, «porque sólo pensando que son posibles se podrán hacer». Llevado a la práctica, García Haro explica que desde REDS, organización que contribuye a promover soluciones innovadoras y transformadoras para ayudar a que tengamos un desarrollo sostenible, llevan cerca de tres años elaborando un ranking para determinar cómo están los países en relación con los ODS; en base a este análisis han propuesto una serie de indicadores científicos que sirven para medir el nivel de solución alcanzado en cada objetivo. Los indicadores que proponen son una herramienta útil para determinar si se están cumpliendo los objetivos y en qué áreas es necesario trabajar para alcanzarlos, porque «sirven para señalar y aportar evidencias en base a datos científicos sobre dónde hay que trabajar para lograr los 17 ODS».

Además del trabajo de monitorización y visualización de datos es necesario informar y concienciar a la ciudadanía sobre qué son los Objetivos de Desarrollo Sostenible, qué ámbitos y problemas pretenden resolver, cómo se trabaja en ellos y qué podemos hacer como ciudadanos para contribuir en este proceso. Un ejemplo de acción en esta línea es la iniciativa de un grupo de jóvenes que propusieron en 2016 «Proyecta Valencia 2030», cuya finalidad es crear puentes entre distintos actores sociales a través de la visibilización de propuestas y proyectos relacionados con los ODS que se están desarrollando en la ciudad de Valencia. A través de un proceso de tres fases han conseguido elaborar un documento que sirve como herramienta para relacionar administración, ciudadanía y sector privado, y que permitirá crear mecanismos para co-ayudar en planes que permitan cumplir los objetivos de desarrollo sostenible en la ciudad. Es alentador ver cómo la comunidad organizada es capaz de construir una democracia participativa, poniendo en valor la inteligencia colectiva y el bienestar común. Nuevamente se evidencia la importancia de las redes que conectan a los distintos actores sociales y las distintas escalas del territorio.

Superstudio Revisitado, por Nitsche Arquitetos + Jorn Konijn. Fuente: ArchDaily

Superstudio Revisitado, por Nitsche Arquitetos + Jorn Konijn. Fuente: ArchDaily

Es difícil predecir el resultado de este proceso y en qué escenario nos encontraremos en el año 2030. Hay voluntad por una buena parte de la sociedad civil en promover cambios que se lleven a la práctica, es el caso de asociaciones y organizaciones que están trabajando para atender problemas urbanos tan básicos como el derecho a caminar, a respirar aire limpio y a vivir en ciudades igualitarias y seguras. El trabajo de estas organizaciones tiene un impacto positivo puesto que son un medio para concienciar y promover formas sostenibles de convivencia, de movilidad y de producción, al tiempo que dan la alerta a las administraciones sobre dónde hay que trabajar para generar un cambio.

Es positivo también que algunas administraciones estén encaminadas en la consecución de los ODS aplicados a la planificación urbana, pero debe aumentar la cooperación entre los distintos actores sociales. Las iniciativas que fomentan la participación ciudadana y que provienen de las administraciones, como los presupuestos participativos en Madrid, Valencia o Barcelona a través de Decide Madrid, DecidimVLC o Decidim, son instrumentos promotores de la reconstrucción democrática. La participación es una forma de hacer política desde abajo y también un medio de construcción sostenible de nuestros entornos basados en el bien común.

El apoyo de las administraciones es fundamental, pero requiere de mayor integración entre sector publico, privado, instituciones y ciudadanía. Son necesarios los recursos para llevar adelante muchas ideas que provienen de la ciudadanía, son necesarios los espacios de encuentro e intercambio y es necesario trabajar en la comunicación masiva para informar y concienciar. Toda esta infraestructura la aportan las ciudades y mucho se puede hacer en estas para crear redes de conexión con los espacios rurales. El territorio será cada vez más urbano pero siempre con una diversidad de escalas, y no se puede entender la sostenibilidad desligada de lo rural, no se puede entender la sostenibilidad en entornos hostiles, inseguros, contaminados y desconectados.

Quizá con el título de este artículo se podía creer que tendría la osadía de describir a modo de catálogo una ciudad ideal a quince años vista, pero creo más en un proceso que nos encamine a redefinir nuestros complejos sistemas sociales, económicos, políticos, urbanos y de valores, antes que ensalzar ideales utópicos. En las ciudades se pueden desarrollar herramientas que permitirán —progresivamente— materializar objetivos para llegar a un estado de convivencia en entornos democráticos construidos a partir de derechos. La tarea es ardua; las ciudades son la representación de nuestras aspiraciones y el proceso de cambio a bien depende de millones de personas, de nuestras acciones, comportamientos y decisiones. Ponernos de acuerdo en qué es lo mejor para todos, para nuestra supervivencia, para la conservación de los ecosistemas y del planeta es el gran reto de estos diecisiete objetivos. Las ciudades son sus ciudadanos, sus valores, su cultura, su tecnología, su inteligencia… y en 2030 podrán ser o no en función del camino que decidamos tomar desde ahora.

Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta | @gaudi_no