El turismo se ha convertido en los últimos treinta años en una actividad de relevancia económica, con una expansión planetaria que ha trascendido en ámbitos distintos y a través de diversas formas de explotación; estas contemplan grandes inversiones en promoción de la actividad turística, un intenso desarrollo inmobiliario y de infraestructuras, así como la redefinición de los mercados. Por otro lado, el turismo es un complejo de relaciones entre grupos humanos que se establece a partir de actividades específicas sobre el territorio; la turistificación es la masificación de estas relaciones y sus flujos en el tejido social, comercial y urbano. En el proceso de turistificación se produce un impacto en el territorio, en el medio ambiente, en las ciudades, en los tejidos sociales y en las economías locales.
La Organización Mundial de Turismo (OMT) en su publicación anual Panorama OMT del turismo internacional, edición 2016[1] proporciona una serie de datos que soportan el argumento de que el turismo —y toda la red de servicios asociados— se ha convertido en una de las actividades económicas más importantes. Algunas cifras clave de interés publicadas en el informe revelan que el turismo es responsable de un 10% del PIB mundial, que los gastos asociados al turismo internacional representan el 7% de las exportaciones mundiales, y en cuanto al empleo se calcula que el sector genera uno de cada once puestos de trabajo. Las previsiones a largo plazo apuntan que la llegada de turistas en las ciudades más visitadas del mundo crecerá un 3,3% al año hasta 2030. Estos datos llevados al plano de lo urbano y lo social adquieren un matiz distinto del que se proyecta desde la economía; en este sentido surgen cuestiones sobre: ¿qué suponen estas cifras para una ciudad más allá de los indicadores económicos?, ¿en qué medida es positivo el aumento del tráfico de turistas en las ciudades?, ¿están las ciudades preparadas para recibir tales flujos?, ¿cómo se benefician los ciudadanos con los ingresos provenientes del turismo en sus ciudades?, ¿qué tipos de empleo genera el turismo?
El colectivo madrileño Lavapiés ¿dónde vas? convocó una marcha a principios de mayo del 2017 para manifestarse contra los problemas generalizados de la turistificación en el barrio. La protesta se hizo con ironía y en base a un manifiesto por «los derechos del turista» que, entre otras peticiones, solicitaba «un carril turista en el barrio con prioridad para trolleys, segregado del trafico vecinal.»
A diferencia de lo que sostiene la OMT, desde la antropología del turismo, la sociología y el urbanismo se han realizado análisis sobre los aspectos negativos de la turistificación. Algunos de estos estudios desvelan hechos que se contraponen a los optimistas indicadores económicos, puesto que dejan en evidencia que la producción turística se ha convertido en un monocultivo con un impacto negativo que se manifiesta de múltiples formas, como: procesos de aculturación de las formas productivas locales que pasan a ser precarias; una progresiva extinción de la cultura local o mercantilización de las tradiciones; desigualdades y asimetrías en las relaciones sociales de producción y en las interacciones entre trabajadores nativos y turistas; privatización del espacio público; sustitución del uso de vivienda en tejidos residenciales a uso turístico; incremento del precio de la vivienda; implantación generalizada de un modelo turístico que modifica el territorio, las relaciones socioculturales, económicas y ecológicas, acompañado de una intensa actividad urbanística, incluso en zonas protegidas. En la actualidad, la turistificación supone para las ciudades más visitadas del mundo uno de los principales problemas a resolver. En ciudades como Madrid o Barcelona, asociaciones de vecinos y ayuntamientos se han alineado en la búsqueda de soluciones, como regulaciones y leyes más estrictas, así como estudios y planes estratégicos.
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Tematización: globalización, elefantes blancos y parques temáticos
Una mirada retrospectiva nos hace repasar la tendencia a producir elefantes blancos, a revisar los resultados de la especulación urbanística —algunos casos con la excusa de regenerar o recuperar partes de ciudad asumiendo la sede de algún macro evento—, y a contemplar el proceso de transformación de las ciudades como parques temáticos. La producción arquitectónica y la explotación urbanística del territorio en función de la masificación del turismo ha tenido como objetivo convertir a las ciudades en productos de consumo. La turistificación genera una ansiedad expansiva que requiere que cada rincón del planeta le provea una experiencia novedosa y así todo se vuelve consumible: lugares, paisajes, culturas, arte, arquitectura…
La tematización es simplificación y desde esta lógica se explica, en parte, el proceso de transformación de las ciudades como objetos de consumo: digeribles, asimilables, homogéneas y de rápido recorrido, en el que «se simplifica la complejidad de la propia historia para ofrecer un discurso rápidamente transmisible». Esta simplificación conlleva también a reducir la historia y la memoria de un lugar a puntos emblemáticos o de interés dentro de un itinerario turístico; es el caso de edificaciones o lugares que se convierten en iconos identitarios de la ciudad, o de expresiones culturales locales redefinidas desde la mercantilización de forma cada vez más homogénea. La identidad local se diluye en un compuesto homogenizado, así se construye un nuevo discurso de ciudad determinado a partir de las nuevas dinámicas de globalización: tematización, gentrificación, turistificación. Sin embargo, la lógica de la tematización es contradictoria, porque al tiempo que se busca homogenizar también es necesario mantener la identidad de un lugar para que su particularidad le permita competir en el mercado de las ciudades como un producto más en la oferta de itinerarios del turismo masificado.
Era digital y los nuevos agentes que hacen ciudad
El impacto de la industrialización en la construcción de las ciudades determinó un modelo urbanístico a partir de dinámicas económicas y demográficas que, en gran medida, se produjeron por las intensas migraciones del campo a las ciudades. Con el avance de la era tecnológica se articularon nuevos espacios urbanos, nuevas centralidades en un territorio hipertextualizado y de megarregiones. En esta secuencia de cambios surge la era digital y se define un escenario donde centralidades e identidades se diluyen y se redefinen a partir de nuevas formas de experimentar el espacio físico desde lo virtual, y en este compuesto se define un nuevo discurso urbano que también es parte de una progresiva tematización; recordemos que Las Vegas fue una de las primeras ciudades tematizadas de occidente en la era anterior a la digital. Todo esto plantea analizar ¿quiénes hacen ciudad hoy?
Cuando nos preguntamos quiénes hacen ciudad hoy no podemos referenciar solo a quienes tradicionalmente han conformado este nicho; en la actualidad existen nuevos agentes, a propósito de las tecnologías de la era digital. De aquí que la incidencia en las ciudades de plataformas y empresas que han aparecido en la era del internet como UBER o AIRBNB (entre otras, y además dentro del itinerario turístico y del «low cost») supongan una contradicción social y urbana. Las ciudades se transforman a partir de complejos procesos y dinámicas sociales, económicas y políticas, pero también se modifican desde los usos que le damos como ciudadanos, y el internet es un nuevo medio para el uso de las ciudades.
Los procesos de transformación y las contradicciones que estos suscitan hace suponer que estamos frente a un cambio de paradigma, incluido el hecho urbano. Estos cambios marcan un punto de referencia entre la forma de hacer urbanismo de la que venimos y las nuevas formas de hacer ciudad hacia la que nos dirigimos. La era digital ha sido una revolución porque ha creado nuevas estructuras de relación y formas de uso del espacio físico desde el espacio virtual, nuevas formas de comunicación y participación, de distribución de la información y de mercantilización.
La conexión entre el espacio digital y el físico se produce con las relaciones y las actividades que emprendemos desde el espacio virtual a través de internet y de los dispositivos móviles para actuar en el espacio físico; en este proceso se superponen ambas realidades. Los conflictos y contradicciones que surgen someten a las ciudades y sus ciudadanos a una tensión generada desde dos formatos distintos de interacción muy complejos: por un lado, una estructura de espacio físico sostenida por el sistema tradicional de redes y flujos de la economía, las leyes, lo social y lo cultural; y por otro lado, una nueva estructura de redes y flujos que, desde lo digital y el internet, transforman la estructura tradicional del espacio físico.
Parece evidente que las soluciones a los problemas de la turistificación se deban abordar desde la escala del barrio y de los distintos tejidos que componen una ciudad; esto supone la participación e interacción de ciudadanos, colectivos, instituciones y administraciones locales. Todos estos actores tienen un papel determinante en la construcción de la ciudad como trabajo multidisciplinario: una red interconectada de saberes, experiencias, intereses, opiniones, necesidades y nuevas tecnologías, con el que redefinir leyes, modelos de actuación, cooperación y planes estratégicos en el marco de un proyecto integral de ciudad, donde el turismo y los servicios asociados se contemplen como una actividad sostenible y apartada del monocultivo.
Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta
- Organización Mundial del Turismo. (2016). Panorama OMT del turismo internacional.
- Reme Gómez, presidenta de la asociación de vecinos del barrio Gótico, entrevistada en el documental «bye bye Barcelona» habla de los problemas que suponen para el barrio el turismo de masas y lo califica de monocultivo.
- Se hace referencia a una serie de estudios resumidos en el artículo que se cita a continuación: Hernández-Ramirez, Javier. (2015). El turismo como objeto de estudio. Análisis de la producción bibliográfica de los antropólogos españoles del turismo. Pasos, Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. Volumen 13, número 2. (pp.305-331)
- Verdú, D. (2016). Barcelona, parque temático.
- Muxí, Zaida y Montaner, José María. (2015). El turismo y la tematización de las ciudades. En: Arquitectura y Política. En sayos para mundos alternativos. (pp.148-149). Barcelona: Editorial Gustavo Gili.