El pasado año será recordado por siempre debido a la pandemia, pero también por la puesta en valor de la profesiones relacionadas con los cuidados y los servicios más básicos. Justo a finales del año 2020 se publicó el libro La ciudad de los cuidados, escrito por la arquitecta, investigadora y docente Izaskun Chinchilla (Madrid, 1975). En este libro la autora reflexiona sobre como nuestras ciudades están diseñadas, tanto a nivel físico como legislativo, para optimizar la productividad.
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Ciudades productivas
Esto tiene a su vez un claro sesgo de género, pues el sistema está construido a partir de una ficción que entiende que el ciudadano productivo -tradicionalmente masculino- es completamente autónomo, pero suele obviar toda una red de trabajos, normalmente precarizados o directamente no remunerados, que permiten esta autonomía. Estos trabajos, que podemos llamar reproductivos, tienen que ver con cuidar que todo esté en perfecto estado para que las actividades productivas se desarrollen sin problemas. Se trata de actividades que mantienen y cuidan nuestra salud, los espacios que transitamos, los objetos y alimentos que consumimos o la ropa que vestimos. Estos quehaceres están, aún en nuestros días, mayoritariamente en manos de mujeres, de personas racializadas o de individuos de los estratos económicos más bajos de la sociedad.
“Vivimos en ciudades hechas por y para hombres entre 35 y 55 años que conducen y van a trabajar en un automóvil privado”
Izaskun Chinchilla
Chinchilla muestra esta situación a partir de un simple análisis de la utilización del transporte. El hecho de que los hombres utilicen el trasporte privado el doble que las mujeres muestra como nuestras ciudades están diseñadas dando prioridad a hombres en edad productiva (entre 35 y 55 años) que conducen y van a trabajar en vehículo privado. También lo podemos observar al comparar lo desarrolladas y reguladas que están actividades relacionadas con lo productivo -como el reparto de mercancías, el comercio o el marketing- en comparación con otro tipo de actividades no productivas; como sentarse a descansar, usar un baño público, beber agua limpia sin pagar o divertirse sin consumir. Los ciudadanos que necesitan descansar o beber agua de forma gratuita suelen ser personas vulnerables, pertenecientes a un sector no hegemónico (hombre blanco en edad productiva). El hecho de privilegiar un tipo de actividades sobre otras en el diseño de nuestras ciudades significa también crear entornos no incluyentes, pues reparte de forma desigual el espacio público, así como los derechos y las oportunidades.
Ciudades de los cuidados.
En su libro Chinchilla propone repensar nuestras ciudades, flexibilizando las normativas para crear entornos más inclusivos. Propone dejar de pensar la ciudad para un solo modelo productivo de ciudadano (masculino y productivo), permitiendo un mayor nivel organizativo y aumentando así las oportunidades económicas y sociales de colectivos formados por mujeres, no-blancos y personas productivas -niños, ancianos, personas con algún tipo de diversidad funcional-. Para ello propone incorporar a la ciudadanía en la toma de decisiones sobre el diseño de edificios y entornos urbanos, dejando de dar prioridad a los modelos académicos. Debemos tener en cuenta que estos modelos están basados en la aplicación de lógicas establecidas precisamente por el segmento de población hegemónica (hombre blanco heterosexual), que prioriza el modelo productivo y obvia las necesidades de otros ciudadanos.
Según la autora, para construir ciudades más incluyentes, es necesario escuchar las necesidades de los ciudadanos, incorporando a estos en la toma de decisiones. Es importante además asumir su diversidad y sus distintas necesidades, así como discutir el valor real de las actividades productivas y no productivas. Para ello es importante también fomentar el compromiso ciudadano, que según la autora consistiría en un tipo de participación ciudadana, pero con mayor nivel de compromiso. Chinchilla propone incorporar este compromiso en tres tiempos:
- – En primer lugar propone que la producción del conocimiento empírico de forma lo más democrática posible y tener acceso a esos datos. Construir este conocimientos entre todos.
- – Es segundo lugar propone implicar al ciudadano en la construcción material de la ciudad, implicando a estos en la construcción material de la propia ciudad.
- – Por último propone establecer una gobernanza activa y planificada. Es decir que el ciudadano pueda cambiar de uso los equipamientos cuando lo vea necesario.
La aplicación de estas medidas permitirían construir una base empírica de información, basada en datos y en experiencias reales, y a la vez que los ciudadanos adquirieran competencias y conocimientos sobre la ciudad.
Ciclovías de Bogotá.
Un buen ejemplo sobre como incorporar estos procesos podría ser el de las ciclovías de Bogotá. Proyecto realizado a partir de la iniciativa de una plataforma ciudadana, que comenzó a reivindicar la conversión de un extenso número de kilómetros en ciclovías durante el fin de semana. Estos espacios que se convirtieron más adelante en lugares para el esparcimiento y el encuentro social. Estableciéndose alguno de ellos de forma definitiva e incluso recibiendo financiación de administración pública.
Sientamadrid
Otro ejemplo que la autora menciona es el caso de la propuesta Sientamadrid. Que quedó descalificada del concurso de mobiliario urbano que tuvo lugar en Madrid en el año 2013. En esta propuesta Chinchilla participaba como jurado y su propuesta favorita quedó eliminada en la primera ronda debido a que se percibía como problemática a nivel de gestión. Esta propuesta consistía en un sistema parecido a de las bicicletas de alquiler: el usuario podía recoger una silla plegable de un dispensador y utilizarla para sentarse donde el quisiera.
Según la autora este tipo de propuestas permitiría a los ciudadanos emprender una negociación, así como obtener competencias en diferentes dinámicas que tienen que ver con la administración del espacio público. Permitiría aumentar su conocimientos sobre el entorno urbano y por tanto también su participación.
Conclusión
El privilegio del que han gozado a lo largo de la historia las actividades productivas y quienes las ejercen ha llevado a obviar la diversidad de sus habitantes. Esta constatación demuestra que los que diseñan y gobiernan la ciudad están creando una serie de desigualdades, pero permite también repensar los modelos arquitectónicos, incorporando a la ciudadanía en la toma de decisiones y permitiendo pensarnos como interdependientes y ecodependientes.
Según el Acuerdo de París todas las ciudades de más de 100000 habitantes deberán implementar antes del año 2030 una zona de bajas emisiones proporcional a su población. Eso significa que estas ciudades deben despejar un 10% de sus centros urbanos (8 parques del Retiro en Madrid) sin coches. ¿Qué haremos con tanto espacio?
Articulo Escrito por Antonio R Montesinos| @armontesinos | armontesinos.net