La calle y la acera, el salón de la ciudad

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El sistema viario es el soporte de la movilidad de la ciudad, las arterias del organismo urbano. Calles, avenidas y paseos configuran el vacío en los llenos que define la edificación; ecuación de una relación no siempre armónica ni proporcionada. La calle, en el vertiginoso proceso evolutivo de las ciudades, se ha visto comprometida en sus más potentes cualidades: la de espacio público y elemento de sutura. La acera, como parte de la calle, es una unidad vertebradora que permite conectar al peatón con actividades, usos y velocidades.

Desde la planificación de las primeras ciudades el elemento fundamental de los trazados urbanos ha sido la calle. El cardo y decumanus establecieron la forma básica de trama sobre la cual se disponían las colonias y los campamentos militares. El entramado viario de la ciudad medieval se definió a partir de un esquema geométrico derivado del sistema jerárquico que tenía su base en el feudalismo y la actividad agraria. Si vamos hacia atrás en un repaso por la historia de las calles medievales, encontramos una determinante en la organización de las ciudades: «la relación espacial en los núcleos urbanos venía determinada por las distancias que podían recorrerse a pie en una jornada de ida y vuelta». [1]

El crecimiento de las ciudades produjo nuevos modelos de organización y con ello un nuevo modelo de calles. Desde la ciudad del renacimiento, con sus amplios paseos burgueses, pasando por la ciudad industrial con sus calles adaptadas al tranvía, hasta la ciudad fordista basada en el automóvil, el trazado de la calle se ha configurado como un sistema estructurado de espacios que responden principalmente a la forma de movilidad. Pasamos de la velocidad del andar humano y del paso ecuestre a la velocidad de la máquina, y en las ciudades de hoy las distancias se recorren en kilómetros por hora. ¿Era inevitable que, en la vorágine de la velocidad, los planificadores olvidaran algunos principios esenciales de las calles más allá de su función?

calle espacio dinámico

Una calle, una acera, un espacio dinámico. La vida peatonal genera equilibro entre salud y economía en una comunidad. Fuente: @gaudi_no

La calle es un sistema que tiene la función de conectar, pero también de permitir que se produzcan relaciones espaciales y sociales, por lo que en ésta no puede quedar exenta ni disminuida la experiencia humana. La función es planificada, hay premeditación en su programa y diseño; el uso del espacio público es espontáneo, aún cuando se programe en base a una determinada función. Diseñar de acuerdo a los usos requiere una mirada introspectiva del espacio público, entender las dinámicas de una calle pasa por comprender cómo se engranan todos los elementos de ese espacio. El diseño de una calle debe tener su referente en la experiencia de las personas, y es en el espacio peatonal donde encontramos las claves para que las calles tengan una escala humana.

Experiencia y percepción en el diseño de la calle: “Active Design: Shaping the sidewalk”

Factores que contribuyen a una buena experiencia peatonal en la acera: accesibilidad, conectividad, variedad continua, escala humana y complejidad, seguridad, sostenibilidad y resiliencia. Fuente: “Active Design: Shaping the sidewalk

En el imaginario peatonal la calle es un todo compuesto por la calzada, las aceras, los edificios y las actividades que se conectan al viario. Cuando hablamos de calles pensamos en un espacio segmentado, una banda para las personas y otra banda para los automóviles; pero la calle es ante todo el lugar para el flujo de las personas, un discurrir que debe ser accesible, confortable y seguro. ¿Cuántos manuales de calles habrá que elaborar para aprender a hacer mejores espacios? Sobre cómo mejorar calles encontramos manuales, publicaciones y experiencias tácticas a lo largo y ancho del globo, y algunas desarrolladas desde administraciones que comprendieron que la vitalidad de una ciudad está relacionada con la calidad del espacio público. En las ciudades donde mejor y más se camina, más éxito tienen los comercios del lugar y más sana es la vida de las personas.

Por ejemplo, New York se presenta en nuestro imaginario como la ciudad del taxi, de las ejecutivas que recorren las calles vestidas de traje con zapatillas de andar en un ajetreado día laboral, de las masas de gente que esperan el verde del semáforo para diluirse por calles que se cruzan de forma ortogonal. Sin embargo, New York es también una ciudad vibrante, de variadas culturas, mucho ocio, gastronomía, comercios, oficinas, rascacielos, no muy distinta a muchas otras. Pero, en vista de que un alto porcentaje de su población presenta problemas de salud relacionados con el sedentarismo y la dependencia crónica de la movilidad motora, la administración se propuso mejorar la salud de sus habitantes, integrando la actividad física diaria a través del diseño inteligente. El trabajo de estudio de la acera produjo un interesante y completo manual: diseño activo, moldeando la acera.

“Active Design: Shaping the sidewalk” es una herramienta de diseño publicada como documento en 2013, producto de un estudio desarrollado por el New York City Department of Design and Construction, con la finalidad de mejorar la salud de las personas a través del caminar. La premisa era que mientras más confortables y atractivas fuesen las calles y las aceras, las personas caminarían más y mejorarían su salud. Este estudio indaga en los factores que determinan una buena experiencia viandante por la acera; elementos que al mismo tiempo determinan la calidad del entorno urbano: accesibilidad, conectividad, variedad continua, escala humana y complejidad, seguridad, sostenibilidad y resiliencia.

La acera es un espacio de cuatro planos, en la experiencia y percepción del viandante influye la configuración interrelacionada de estos cuatro planos. Fuente: “Active Design: Shaping the sidewalk”

El análisis se centra en el espacio físico que constituye la calle a partir de la vivencia peatonal de la acera, pero en relación a la configuración de ésta como un todo compuesto por elementos físicos: diseño, mobiliario urbano, actividades, dimensiones y escala, al tiempo que éstos elementos construyen espacio en la experiencia y percepción de las personas. El “Active Design” plantea que la acera es visualizada por los viandantes como una habitación, «un espacio de cuatro planos»: la calzada, la acera, la fachada de los edificios en el nivel peatonal y la fachada edificada por encima del nivel peatonal. Esta concepción del espacio refiere que la experiencia de quien camina por una acera está condicionada por lo que ocurre arriba, en ambos lados de la acera y en la propia acera. «La acera no es un lugar estático, posee una condición dinámica».

El resultado de aplicar esta herramienta supone para la comunidad un beneficio que puede medirse en lo cuantitativo y cualitativo, a favor de la salud física y mental de las personas y de la economía urbana; una ecuación fundamental para mantener y posibilitar comunidades sanas. Un ciudad peatonal es una ciudad resiliente, accesible, confortable y segura. Esto hay que repetirlo como un mantra.

Especies de espacios, decía Perec

Una acera dinámica y multifuncional diluye el efecto segmentado del espacio. Paseo de Sant Joan después del proyecto de remodelación que desarrolló el estudio de arquitectura de la arquitecta Lola Domènech. Fuente: gaudi_no

«Vivimos el espacio, en estos espacios, en estas ciudades, en estos campos, en estos pasillos, en estos jardines. Parece evidente. Pero no es evidente, no cae por su peso. (…) El problema no es tanto el de saber cómo hemos llegado, sino simplemente reconocer que hemos llegado, que estamos aquí. (…) No hay un espacio, un bello espacio alrededor de nosotros, hay cantidad de pequeños trozos de espacios, y uno de esos trozos es un pasillo de metropolitano, y otro de esos trozos es un jardín público». [2]

La calle y la acera como corredor verde urbano. Paseo de Sant Joan. Fuente: gaudi_no

Un gran espacio público, pensamos en una plaza o en un parque, un trozo de espacio cuyo uso corresponde con la función que le adjudica su nombre, aunque no siempre es así. La calle y la acera, otro trozo de espacio asociado al lugar del auto cuando lo es también para las personas; la calle también es un espacio público. Un espacio lineal pero serpenteante, un salón longitudinal que nos conduce al portal de casa, a la frutería, a la farmacia, a la parada del bus, a la puerta del trabajo, al aparcamiento, al colegio… Si además, en esa calle hay árboles que refrescan una caminata en verano, unos bancos que le permiten a los abuelos sentarse para observar la vida pasar, y que nos permitan también sentarnos a su lado para que nos cuenten alguna anécdota mientras las personas entran y salen de las tiendas, de sus casas, y los niños juegan… hemos llegado a ese trozo de espacio donde nos gusta estar.

Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta | @gaudi_no

Notas:

  1. Chueca Goitia, Fernando. (2002). Breve historia del urbanismo. Madrid: Alianza editorial.
  2. Perec, Georges. (1974). Espèces d’espaces. París: Éditions Galilée..