Antonio Vincenzo
La palabra “hogar”, que tantas imágenes y sensaciones (domésticas, cotidianas, bellas) nos trae a la cabeza, esa palabra que representa tanto el lugar en el que se mora como al grupo de personas que los habita, viene de un concepto mucho más esencial: el fuego. El hogar (la hoguera), la lumbre, la fogata, es el origen del espacio doméstico, ese foco de calor, ese lugar para cocinar y calentarse, y para reunir a la gente alrededor. Hoy en día, el fuego no es el centro ni el corazón de la mayoría de las casas, sin embargo, seguimos llamando “hogar” a aquellas que nos mantienen templada el alma.
Este concepto es al que se han acogido los sardos Giorgia Cadeddu y Antonio Vincenzo para la actividad desarrollada en un pequeño pueblo de interior de la isla de Cerdeña: Semestene; un lugar afectado por problemáticas comunes del rural que no se ve como un foco de explotación capitalista, afecciones directamente relacionadas con el despoblamiento. Giorgia y Antonio, arquitecta y urbanista respectivamente, y miembros del colectivo internacional MAKE y la asociación local Po.Ps. Rurbana, están desarrollando una acción continua en Semestene que produce un vínculo entre la memoria y la creación contemporánea y que posibilita la génesis de nuevas “costumbres” que nadan entre ambas, amparadas bajo el concepto “foghiles”.
AA: ¿Cómo surge “Foghiles”?
GC y AV: Sos foghiles (los hogares), existen desde siempre, desde cuando se tiene memoria. Es el lugar de reunión doméstica, en pequeños centros urbanos y en áreas rurales, donde se lleva a cabo la transmisión de conocimiento y el aprendizaje directo de los saberes. Alrededor de este elemento, más allá del concepto de lugar de reunión, se desarrollaban acciones performativas durante los días de septiembre: el ritual de Sos Fogos y el Cabidanni; Continuaban después otras pequeñas actividades durante el invierno, donde el elemento fuego siempre estaba presente. Por lo tanto, el fuego no solo es un espacio físico, sino también un elemento recurrente de la vida cotidiana, vinculado a los rituales paganos y / o religiosos, a los momentos de fiesta y celebración, a los rituales. El fuego, desde tiempos remotos, ha sido un símbolo de muerte y renacimiento, de transformación de un lugar o de un símbolo. De enero a diciembre, el fuego marca el ritmo de los rituales que aún existen en la isla. Es un elemento sagrado, una fuente de sustento, nos acompaña durante las estaciones, para bien cuando nos calienta en invierno, y, a veces, para mal, cuando arde en verano.
Foghiles, como proyecto, nace por una disertación de tesis donde búsqueda, conocimiento y visiones futuras, en un territorio en extinción, se entrelazan. Nace como un experimento, un camino nuevo resultado de experiencias acumuladas por ambos en diferentes partes de Europa, que utiliza el lenguaje del mismo lugar donde se está desarrollando. Ponerlo en práctica en el contexto de Semestene, Meilogu, Cerdeña, ha sido una necesidad y decisión específica. Foghiles ha nacido gracias al apoyo de los habitantes de Semestene, por la aportación de artistas, arquitectos y músicos, y por la colaboración con el colectivo MAKE, con el que nos apoyamos continuamente y en el que somos parte. Hemos siempre visto Foghiles como un proyecto más amplio y con un horizonte de largo plazo, que va más allá los diez días de evento, y que quiere ser activo y permanente durante las otras estaciones.
Bajo estas intenciones y trabajo continuado por parte de la asociación local Po.Ps Rurbana, avaladas por el proceso de investigación académica previo, la asociación pone en práctica de manera continuada un fuerte trabajo local y colectivo con todos los habitantes del pueblo y con los jóvenes profesionales que se desplazan hasta él para formar parte de ello, creando un fuerte vínculo humano ligado al territorio, así como sos foghiles hacían. Las actividades desarrolladas a lo largo del año son heterogéneas pero amalgamadas: desde la comprensión de las festividades paganas y agrarias, hasta el desarrollo de talleres y actividades culturales, pasando por el diseño de nuevas tradiciones a celebrar o por acciones interventivas como proyectos de instalación en el paisaje del municipio
AA: ¿Cuáles eran vuestras inquietudes?
GC y AV: Como “directores” no sabíamos muy bien qué película estábamos empezando a grabar y a vivir, por primera vez. Desde el principio, una vez decidido el no depender de los plazos políticos, lo que nos interesaba era disfrutar nosotros mismos de este territorio, a ritmo de estación, con la comunidad de 100 personas, aprendiendo a través la experimentación y el conocimiento que ellos y ellas guardan.
AA: ¿Cómo ha sido el trabajo local y la interacción con los vecinos?
GC y AV: Desde hace algunos años, con la Asociación Cultural Po.Ps. Rurbana, ya activamos proyectos para la experimentación de técnicas tradicionales en el territorio. Éstas fueron ocasiones para presentarse a la pequeña comunidad, para conocer más habitantes y establecer una relación de confianza recíproca. Pero cada vino, cada cena, cada encuentro y situación informal son parte de nuestra búsqueda, documentación, y experiencia directa con los guardianes del conocimiento tradicional. Las decisiones han sido pensadas para este contexto, leyendo e interpretando los lugares, el “lenguaje”, y el ritmo de las personas que viven aquí.
De este modo, las diferentes actividades de la asociación cultural en Semestene se realizan por una fuerte convivencia y trabajo conjunto entre los miembros de la Po.Ps y los vecinos y amigos. Esta labor tiene su punto de mayor concentración de actividad en dos eventos concretos del año, entendidos como una celebración: el encuentro de experimentación en el espacio rural “FOGHILES” (organizado por Po.Ps), coincidente con el equinoccio, y la MAKE REUNION (organizada por MAKE collective), durante el invierno. Ambas, desarrolladas a lo largo de 10 días de intensa actividad (talleres, conciertos, acciones en el territorio…), trabajan diferentes grados de fricción entre lo local y lo global, entre lo rural y lo urbano, y entre la memoria y la creación.
Por las características y ritmo de sus habitantes, se ha optado por esta fórmula de integración entre la comunidad local y la participación internacional, en duplicidad de evento, con una escala más reducida y un mayor nivel de convivencia entre todas las personas, en lugar de decantarse por la celebración única de un MAKE FESTIVAL de mayor tamaño e intensidad. Ambas acciones, similares pero diferentes, permiten que tome la antorcha guía, alternativamente, la asociación local o el colectivo internacional, aportando un diferente talante y maneras de intervenir y celebrar en el espacio rural.
AA: ¿Qué aporta la actividad cultural del colectivo MAKE a Semestene en particular y a la región del Meilogu en general? ¿Cuál es el objetivo?
AV y GC: Vivir la insularidad en el centro del Mediterráneo nos lleva a tener una dualidad entre la sensación de “isolamento” (aislamiento) o “isolitudine [1]” y una mirada abierta 360º a más mares y continentes que Europa.
Ser parte de un colectivo internacional como MAKE que dirige su actividad y sus principios al nivel global nos permite poder trabajar profundamente en los lugares. De lo local con el proyecto Foghiles en Semestene en el territorio del Meilogu (16000 habitantes en total) a la vasta ciudad como Guediawaye en la región de Dakar (12000 habitantes por km2). Esta última experiencia vivida con el grupo MAKE (que será contada en próximos artículos) nos ha permitido enriquecer nuestro bagaje cultural y social, y compartirlo y transmitirlo una vez “en casa”, en la isla (y las otras partes de Europa para el resto del grupo): experiencias que unen a personas de diferentes culturas y orígenes a través de la acción. Creemos que es extremadamente importante informar testimonios reales de esos lugares y de aquellos seres humanos que los medios de comunicación cuentan de manera distorsionada en un momento histórico como éste.
Un “aprender haciendo”, por lo tanto, no solo desde el punto de vista constructivo y práctico sino también social y humano. MAKE crea (perdonad el juego de palabras) conexiones y diluye los límites geográficos y culturales entre las personas. Pequeñas realidades como Semestene, necesitan “contaminaciones” externas de diversas partes del mundo. FOGHILES nace en un contexto rural que aún resiste y necesita personas, como el colectivo MAKE, que tengan la sensibilidad de entender una acción de este tipo, que sostengan este tipo de proyectos a largo plazo, y que puedan contribuir. En una isla no se entiende de paisaje; se decide ir allí a propósito, y en nuestro caso, de quedarnos a vivir.
[1] Bufalino (Saldi d’autunno, in Opere/2, cit., p. 640)