El peso de la vivienda en el urbanismo sostenible

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«Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida auténticamente humana sobre la Tierra.» (Hans Jonas, 1979)

La responsabilidad es la conciencia sobre las acciones, una virtud que según la corriente de pensamiento puede ser individual o social. En arquitectura, la responsabilidad debe ser parte integral de diversos aspectos, desde la gestión y administración de los recursos humanos y materiales, pasando por la planificación y proyección hasta la ejecución de la obra. El concepto de responsabilidad es de aplicación en todas las etapas y todos los procesos de producción para que la obra responda a la sostenibilidad. 

El principio de responsabilidad es un concepto que introdujo el filósofo Hans Jonas en 1979 en una de sus obras más influyentes; el libro que lo presenta es un repaso reflexivo de las principales acciones humanas que han impactado los ecosistemas, donde se confronta el poder creador y a la vez destructivo de la humanidad sobre la naturaleza. 

La ciudad como «segunda naturaleza y el deber-ser» de los humanos: «La ciudad del hombre, que antaño constituía un enclave dentro del mundo no humano, se extiende ahora sobre toda la naturaleza terrenal y usurpa su lugar»[1]. Una de las premisas del principio de responsabilidad refiere la necesidad de evolucionar en cuanto a conciencia y coherencia ética aplicada al desarrollo tecnológico para retomar el diálogo y la conexión con los ecosistemas. 

Landscape de la bahía de Benidorm para ilustrar la falta de responsabilidad en la arquitectura

Benidorm, crónica de un crecimiento desbocado. Fuente: Flickr de José Javier Martín Espartosa.

La vivienda y el principio de responsabilidad 

La construcción es uno de los sectores con mayor impacto ambiental sobre el planeta, considerando las emisiones de CO2 y la destrucción del territorio a través de la urbanización y la extracción de los materiales de construcción

En un artículo anterior traté este tema en relación al papel de la arquitectura frente a la emergencia climática, donde aportaba unos datos tomados de globalabc.org que dan una clara idea del impacto ambiental que tiene la construcción de viviendas para el planeta: del 38% de las emisiones globales de CO2 causadas por la construcción y la edificación, el 22% refiere solo la construcción de edificios residenciales. 

La vivienda es una pequeña porción de la ciudad, una pieza del engranaje y al mismo tiempo un órgano que revela el estado de salud de su cuerpo urbano. Como es la ciudad así mismo son sus viviendas. La vivienda es una pieza fundamental en el discurso de la ocupación del territorio y en la relación con el contexto, con el medio ambiente. Esta relación tiene facetas positivas pero también negativas.

Uno de sus lados negativos tiene que ver con el impacto de la urbanización, del proceso de construcción y funcionamiento de la vivienda sobre los ecosistemas. 

Pensemos en la destrucción de espacios naturales para construir nuevas urbanizaciones o la ocupación de espacios agrícolas para construir nuevos conjuntos residenciales; la corrupción política ha ejecutado verdaderos desastres ambientales a través de la planificación urbana.

Si antes de aprobar los miles de proyectos de destrucción ambiental se hubiese aplicado el principio de responsabilidad podríamos hablar de proyectos sostenibles, de arquitectura y urbanismo éticos. 

Por otra parte, desde hace unos años se habla mucho de sostenibilidad en arquitectura, pero si miramos con detalle encontramos que en muchos casos el uso del concepto es solo un eslogan vacío; es el caso, por ejemplo de las “viviendas sostenibles” o “viviendas verdes”. 

Pero, delante de un concepto tan complejo como la sostenibilidad surgen algunas preguntas: ¿cómo son esas viviendas y cómo fueron construidas?, ¿de dónde vinieron los materiales de construcción?, ¿qué sistemas innovadores se utilizaron para el ahorro y la eficiencia energética?, ¿acaso se utilizaron materiales reciclados? 

En arquitectura, a veces nos encontramos que la sostenibilidad se utiliza para adornar y esponjar proyectos con calificativos “verdes” y al final la idea principal se vuelve tan abstracta que pasa al plano del marketing. Sin embargo, por más que se quiera construir sobre el territorio y expandir las ciudades y construir más viviendas, vivimos en un planeta de recursos limitados. 

Imagen de greenpeace de El Algarrobico

Límites 

«No podemos producir refrigeradores, automóviles o aviones de reacción ‘mejores y más grandes’ sin producir también ‘mejores y más grandes’ desechos» (Georgescu-Roegen, 1994).

De esta regla básica Latouche hace referencia para recalcar la necesidad de «pensar en la economía en el seno de la biosfera» para hacer una bioeconomía «frente a la imposibilidad de un crecimiento infinito en un mundo finito». [2]

Está claro que, más allá del lucro y de la producción desproporcionada, tenemos delante una realidad: los límites de los recursos del planeta y la emergencia climática. Ambos aspectos son determinantes en la sostenibilidad de la vida y deberían ser desde hace ya algunos años los parámetros a partir de los que diseñar, construir y vivir

El principio de responsabilidad aplicado en arquitectura determinaría todas las normativas que responden a la sostenibilidad en el sector de la construcción. Pero, si bien es un proceso complejo no es imposible, el gran problema es el de siempre, la burocracia en el sector y en aquellos tangencialmente relacionados que no hacen más que poner el palo en la rueda. 

Responsabilidad y sostenibilidad: reciclar, reformar, actualizar, decrecer

Posturas y acciones hablan de coherencia y forman parte del mismo modo de proceder, de la misma línea ética. Si bien la sostenibilidad es relativa y no podemos hablar de una sostenibilidad absoluta, sí se pueden integrar acciones, medios e instrumentos, al tiempo que avanzar hacia nuevas técnicas y modelos que permitan minimizar y reducir el impacto sobre el ambiente. 

Los datos son evidencia, la vivienda tiene un peso enorme si hablamos de la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y es paradójico que mientras construimos moradas destruimos nuestro único planeta. Frente al avance de la urbanización y de la nueva construcción tenemos la posibilidad de reciclar, reformar y actualizar el parque de viviendas existente. Decrecer no significa ir hacia atrás, sino ser resilientes. 

Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta | @gaudi_no

Notas:

  1. Jonas, Hans. (1995). El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: editorial Herder. 
  2. Latouche, S. (2014) Límite. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora.