El pasado mes de diciembre celebrábamos el 25 aniversario de la inscripción del Camino de Santiago como Patrimonio de la Humanidad en la lista de la UNESCO.
La declaración como bien a preservar, que inicialmente sólo comprendía el Camino Francés en su tramo español, fue ampliada en 1998 incluyendo los tramos que trascurren por territorio francés y, desde 2003, los cuatro Caminos del Norte de España: el “Camino costero”, el “Camino interior de País Vasco y Rioja”, el “Camino de Liébana” y el “Camino Primitivo”.
Esto se sumaba a la declaración de la zona histórica de Santiago de Compostela como Patrimonio de la Humanidad en 1985 por el valor patrimonial y la integridad del conjunto formado por sus edificaciones y espacios públicos.
… Al carácter único de sus obras maestras románicas y barrocas se añade la trascendental contribución estética que hace uso de elementos diacrónicos y dispares para construir una ciudad ideal que desborda a la vez Historia e intemporalidad. La modélica naturaleza de esta ciudad de peregrinación cristiana, enriquecida por las connotaciones ideológicas de la Reconquista, tiene su eco en la enorme significación espiritual de uno de los pocos lugares tan profundamente imbuidos de fe como para convertirse en sagrados para toda la Humanidad. (…)
* Justificación del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) para la inclusión de Santiago en la lista de Patrimonio de la Humanidad
Por ello, desde hace años, diciembre es momento de conmemoración de la historia de nuestra ciudad. En esas fechas veíamos en casa una serie de ficción que transcurría en Europa durante la Edad Media. Los países que hoy conocemos aún no existían como tales sino como conjuntos de pequeños reinos con la función de garantizar la supervivencia de su habitantes. Europa se configuraba a través de un real “Juego de Tronos” en el que batallas, conquistas y alianzas eran las principales estrategias.
Dejando aparte las tramas de los personajes y los acontecimientos narrados, me llama la atención la fiel representación de los lugares y edificios en los que transcurre la acción. Se percibe una labor de investigación y análisis mucho más profunda que en producciones similares de otras épocas. También en el vestuario y en la forma de conducirse los personajes. Todo ello contribuye a la percepción de veracidad de la historia que se narra y a la reflexión sobre las condiciones de vida en aquella época.
Las condiciones de vida y los medios disponibles han transformado por completo la percepción urbana propia y entre las poblaciones vecinas. En función de la climatología, la topografía y accidentes topográficos que había que salvar, el tiempo y la dificultad para recorrer distancias variaba. Por no hablar de la inseguridad de los caminos
Con esta inestabilidad y el desarrollo tecnológico propio del S.IX resulta sorprendente que un peregrino decidiera emprender el camino rumbo a una tierra desconocida si no fuera movido por una fe inquebrantable. Así, con objeto de dar servicio y protección a los peregrinos que iban camino de Santiago surgen numerosas edificaciones regentadas por órdenes religiosas que actualmente forman parte del rico patrimonio monumental ligado a esta ruta de peregrinación
A lo largo de toda la Edad Media, Santiago de Compostela fue uno de los lugares de peregrinación más importantes de la cristiandad adonde acudían miles de devotos procedentes de toda Europa. El sepulcro del apóstol Santiago el Mayor fue descubierto en un momento de gran convulsión en el que la invasión del Islam ocupaba la mayor parte de la Península Ibérica. Santiago surge entonces como símbolo de la lucha de los cristianos españoles
El peso de la religión en la sociedad de la época se muestra en el casco histórico de Santiago en la cantidad de edificios creados por las órdenes religiosas que llegaron a la ciudad sucesivamente, dejando buena muestra de la arquitectura de cada época a través de edificios románicos, góticos y barrocos que se conservan en buen estado.
Caminar por Santiago de Compostela supone descubrir infinidad de tesoros: palacios, monasterios, templos y plazas, pero también el espíritu de sus gentes acostumbradas a recibir viajeros de todos los caminos, la bulliciosa presencia de los de estudiantes de su Universidad, cinco veces centenaria y disfrutar de la intensa oferta cultural que ofrece la ciudad.
No sólo en Santiago, si no a lo largo de todo el Camino se distribuye un patrimonio arquitectónico de gran importancia histórica, compuesto por edificios destinados a satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los peregrinos: puentes, albergues, hospitales, iglesias y catedrales.
La declaración del Camino de Santiago como Patrimonio de la Humanidad, además de su puesta en valor a nivel internacional, ha supuesto la creación de una conciencia colectiva sobre la existencia de un bien para conocer y disfrutar pero también sobre la necesidad de preservarlo.
Como en sus orígenes, el Camino de Santiago sigue generando a lo largo de su recorrido una gran actividad que debe canalizarse para que actúe como motor de dinamización contemporánea preservando los valores que dan sentido a esta ruta: el contacto con la naturaleza, con sus pueblos y con sus gentes.
Es labor de todos: administración, técnicos y ciudadanos, velar por la preservación de nuestro patrimonio material e inmaterial. Desde aquí os animo a acercaros a Santiago con este espíritu, para disfrutar de nuestro paisaje, de nuestro clima, de nuestra hospitalidad y conocer los orígenes de la Europa que conocemos.
SUSANA RODRÍGUEZ CARBALLIDO