Bodys Isek Kingelez (1948-2015) es un artista de la República Democrática del Congo cuyo trabajo se basaba en la realización de maquetas y dioramas de que representaban ciudades imaginarias. Nació en el pueblo de Kimbembele-Ihunga, al sureste de Léopoldville (que pasó a llamarse Kinshasa en 1966). En 1970, cuando tenía 22 años, dejó su aldea para mudarse a la floreciente Kinshasa, donde residió el resto de su vida. Diez años antes, en en 1959, la República Democrática del Congo había declarado su independencia, siendo elegido democráticamente Patrice Lumumba como presidente. Lumumba fue asesinado poco después de su elección, fue sustituido por Mobutu Sese Seko que se autoproclamó Jefe de Estado en 1965, y prolongó su régimen dictatorial hasta el año 1997. Durante ese periodo Mobutu promovió la llamada authenticité, un programa para liberal al Congo de su influencia colonial. Esta política se puso en práctica cambiando el nombre de las ciudades, obligando a la población a adoptar nombres bantúes y una vestimenta nacional conocida como abacost. Fue acompañada además por un proceso gradual de nacionalización de capital extranjero.
Ya en Kinshasa, Kingelez asistió a la Universidad de Lovanium (ahora la Universidad de Kinshasa), donde, aunque se centró en economía, se formó también en contabilidad industrial y comercial, negocios, correspondencia francesa y diseño industrial. Finalmente no ejerció ninguno en ninguno de estos trabajos, pero utilizó estos conocimientos para su trabajo artístico: su habilidad con el francés le permitió redactar los extraordinarios textos que a menudo acompañan a sus obras; sus habilidades contables le ayudaron a poner en marcha su carrera y sus conocimiento en diseño y rotulación fueron aplicados en la producción de sus piezas. A mediados de la década de 1970, Kingelez asumió el cargo de instructor de secundaria, cargo que conservó hasta el 1978. A partir de este momento comenzó a producir sus primeras piezas. Kingelez decidió llevar una de sus primeras obras, Musée National al “Institut des Musées Nationaux du Zaïre” (IMNZ, ahora llamado “Institut des Musées Nationaux du Congo”). El personal del museo no creyó que la pieza fuera suya, por lo que hizo otra pieza frente a ellos. Finalmente fue contratado como restaurador técnico, reparando obras en la colección del IMNZ, un cargo que ocupó durante los seis años siguientes.
El año 1989 Kingelez participó por primera vez en un evento internacional: la exposición “Magiciens de la Terre”, en Paris. Esta exposición tuvo lugar en el Centro Georges Pompidou y la Grande Halle de la Villette. Kingelez residió en Paris seis meses (fue la primera vez que salió de su país) y realizó allí varias de las piezas que mostró en la exposición. La participación de Kingelez en “Magiciens de la Terre” supuso su confirmación como artista a nivel internacional. A partir de ese año participaría en grandes eventos como la Bienal de Johannesburgo (1997), la Bienal de São Paulo (2002) o la Documenta 11 de Kassel (2002), en Alemania.
El trabajo de Kingelez transgrede los límites entre la escultura, la arquitectura y el diseño. Mediante técnicas muy sencillas -tijeras, cuchillas y pegamento- y utilizando materiales cotidianos -papeles de colores, envases comerciales, plásticos, latas de refresco o tapones- construía maquetas y dioramas que, basándose en la arquitectura, proponen soluciones a diferentes problemas de su época y su contexto. Sus maquetas no estaban pensadas para ser construidas, si no que eran una herramienta de especulación, que proponían una visión idealizada y optimista del futuro. Sus creaciones imaginaban un mundo no contaminado por la corrupción, la codicia o la disparidad económica. Su propósito final era ofrecer a urbanistas, constructores y arquitectos soluciones posibles, con la esperanza de que estos pudiesen aplicarlas en un futuro.
Las primeras piezas de Kingelez representaban edificios individuales, evolucionando después a ciudades cada vez más complejas: las denominadas “Extrêmes Maquettes”, que realizó a principios de los años 80.
Kingelez incorporaba también a su trabajo temáticas y acontecimientos globales, incluso cuando no salió de la República Democrática del Congo hasta el año 1989. Sus referencias venían de los diarios y de la misma ciudad de Kinshasa. Kinguelez tomó referencias de los edificios Art Deco que dejaron los belgas en la época colonial o del Campo Presidencial de Nsele, una ciudad construida en los suburbios de Kinshasa para recibir delegaciones internacionales interesadas en invertir en el país. También de los grandiosos proyectos nacionalistas que el dictador Mobutu encargó a arquitectos como Fernand Tala-Ngai y Olivier-Clément Cacoub.
Fernand Tala-Ngai (1938-2006) diseñó el recinto ferial de la primera “Foire Internationale de Kinshasa” (FIKIN). El recinto ferial era como un mini-Kinshasa ideal, con múltiples servicios y la tecnología más puntera de la época. Más adelante se agregó incluso un parque de atracciones. Tala-Ngai también diseñó otros edificios municipales en Kinshasa durante los años 70 y 80, incluida una residencia para Mobutu (el Palacio de Marbre), el edificio de la Corte Suprema o el Hôtel de la Monnaie. Olivier-Clément Cacoub (1920-2008), por su parte, fue uno de los principales diseñadores del complejo presidencial de Gbadolite. También diseñó el Tour de l’Échangeur (su construcción comenzó en 1971, pero nunca se completó). Edificio que sirvió a Kingelez como referencia para la pieza Approche de l’Échangeur de Limete Kin, (1981).
Tour de l’Échangeur y Approche de l’Échangeur de Limete Kin, (1981)
The Scientific Center of Hospitalisation the SIDA (1991) hace referencia a la primera epidemia de del SIDA que vivió Kinshasa en los años 70 y 80, que llegó a infectar al ocho por ciento de la población a mediados de los años 1980. Esta pieza está construida a partir de papeles reutilizados de un medicamento contra la malaria y representa un sofisticado centro médico. Kingelez realizó este trabajo para conmemorar como el Banco Mundial dedicó recursos al “Programa Nacional de Control del SIDA de Zaire”, aportando preservativos, kits de detección y un laboratorio de pruebas a la ciudad de Kinshasa.
Kingelez continuó produciendo obras sobre funciones administrativas, políticas o gubernamentales necesarias para un estado democrático saludable. Con Air Force (1991) recuerda a las Fuerzas Armadas Zaireñas o “Forces Armées Zaïroises” (de las cuales surgió Mobutu). Se trata de una construcción sobria rematada mediante un letrero con un icono que recuerda la bandera belga. La fachada presenta una cuadrícula de ventanas redondas y estrellas de cuatro puntas en relieve. La estrella es uno de los motivos más frecuentes en el trabajo de Kingelez.
Reveillon Fédéral (1992) evoca una especie de templo de la democracia, con unas ocho puertas señalizadas en varios idiomas. El edificio, de forma trapezoidal, ofrecen numerosas formas de entrar y salir. Está adornada con dibujos que representan la fauna local: animales como una cebra saltando (recuperada de una caja de cerillas) y un impala con cuernos. Según Kingelez el color rojo y amarillo simbolizan la victoria y la sangre derramada por los mártires que lucharon por la libertad.
A partir de la participación en “Magiciens de la Terre”, en el año 1989, Kingelez comienza a tratar temas cada vez más internacionales, con piezas como Canada Dry (1991), Miss Hotel Brussels (1992), Centrale Palestinienne (1994) y Nippon Tower (2005).
Palais d’Hiroshima (1991), por ejemplo es un homenaje a la cultura japonesa que recuerda la destrucción provocada por el ataque estadounidense en 1945.
Con la pieza ONU (1995) Kingelez hace un homenaje a las Naciones Unidas y a su labor en la preservación de la paz global. La pieza pretendía también celebrar la vuelta al Congo de los Cascos Azules el año 1999. El artista realizó la pieza para “Diálogos de paix”, una exposición celebrada en Ginebra en el año 1995 para conmemorar el 50 aniversario de las ONU.
A partir de los años 90 Kinguelez comienzó a realizar, además de maquetas de edificios individuales, completos dioramas que representaban amplios paisajes urbanos. En 1993 comenzó el primera de ellos: Kimbembele Ihunga (1994), en el que reinventa su aldea natal incluyendo rascacielos, un estadio de fútbol, bancos y restaurantes. Kimbembele Ihunga es una representación futurista de la aldea donde nació Kingelez. La maqueta incluye vías públicas y edificios como una iglesia, una tienda de comestibles, el “Edificio M’Boyo”, el restaurante “Wa-ta-di” o el “Estadio Kingelez”. Esta pieza es una especie de autorretrato y está repleto de auto-referencias formales. Pretende especular sobre la trasformación de una pequeña aldea en una metrópolis y se basa en la metamorfosis que sufrió Gbadolite en aquellos años, en los que se convirtió en un moderno centro industrial y de gobierno.
Ville Fantôme (1996)Durante los siguientes años el artista continuó realizando dioramas de ciudades a gran escala. En Ville Fantôme (1996) imaginaba una pacífica ciudad en la que no se necesitan médicos ni policías.
En el verano de 2000, Kingelez realizó una residencia en el “Musée International des Arts Modestes” (MIAM) en Sète, al sur de Francia. Durante la residencia el artista realizó la pieza Ville de Sète 3009 (2000), que representaba la cuidad de Sète plagada de brillantes rascacielos e incluía numerosas referencias a la ciudad: se pueden apreciar referencias a Paul Boyé, un conocido fabricante de textiles de la época; al Hotel Azur, donde se alojaba Kingelez e incluso al torneo de “justa náutica”, que se celebraba en la ciudad desde el siglo XVII.
El año 2002 Kingelez realizó otro ambicioso proyecto: New Manhattan (Manhattan City 3021)- (2002). El autor pretendía con esta pieza responder, desde el optimismo y la esperanza, al ataque terrorista que se produjo en Nueva York contra las torres del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. El proyecto reemplaza las dos torres por tres. Kingelez imagina una tercera torre que estaría llena de agua para proteger a las otras dos contra posibles ataques.
A lo largo de su carrera Kingelez utilizó la fabricación de maquetas para abordar temáticas relacionadas con su contexto local y global, con su presente y su pasado, pero siempre mirando decididamente hacia el futuro. Los edificios y las ciudades que el artista diseñó se basaban en un impulso utópico que, utilizando soluciones basadas en la arquitectura y el urbanismo, pretendían afrontar los grandes retos de su época.
El trabajo de Kingelez es interesante además por señalar posibles soluciones desde un punto de vista y una estética alternativa a la occidental. Desde un posicionamiento que tenía siempre en cuenta el sentimiento africanista y la llamada authenticité que promovía el régimen de Mobut.
Este artículo se ha redactado justo un año después de la clausura de “Bodys Isek Kingelez: City Dreams”, exposición que tuvo lugar en el MoMA desde 26 de mayo del 2018, hasta el 1 de enero del 2019 abarcando la carrera completa del artista, desde las primeras esculturas de un solo edificio hasta los espectaculares dioramas conocidos como extreme maquettes.