Las mediciones de la calidad del aire revelan que los niveles de contaminación superan los límites admitidos por la OMS en puntos donde la densidad de tráfico automotor es mayor. El tráfico es un vector de la contaminación que viene determinado, en gran medida, por el modelo de movilidad y por la planificación urbana.
La primera alarma sobre el calentamiento global tuvo lugar en los años setenta con el descubrimiento del agujero de la capa de ozono en 1976; y fue gracias a un informe que revelaba que las emisiones producidas por la actividad industrial y el tráfico automotor eran responsables de la disminución de la capa de ozono. En la primera Conferencia Mundial sobre el Clima en el año 1979 se consideró el cambio climático como una amenaza real para el planeta. A partir de entonces podemos citar decenas de cumbres y conferencias sobre el clima y el medioambiente en las que se han firmado pactos y acuerdos para regular y reducir la emisión de gases tóxicos. Sin embargo, durante los últimos cuarenta años desde el descubrimiento del agujero de la capa de ozono y a pesar de los pactos, de las diversas iniciativas que se proponen para regular el tráfico en las ciudades, de la intención de expulsar el automóvil de los centros urbanos y de la tímida implementación de planes de movilidad sostenible, nos situamos frente a una realidad inequívoca: la incidencia de la contaminación del aire en la salud y el cambio climático.
La contaminación del aire causada por fuentes móviles es un problema que implica a las políticas medioambientales y urbanas. La planificación conlleva una gran responsabilidad, porque de ésta dependen —entre otros elementos— la configuración de las infraestructuras que conectan el territorio, las conexiones estratégicas en función de los usos y la gestión de las fuentes de emisión; todos estos elementos tienen incidencia en el modelo de movilidad. El territorio se construye a partir de las conexiones necesarias entre núcleos urbanos y la infraestructura viaria se ha definido secularmente a partir de las formas de transporte, y desde la era fordista este modelo ha supuesto la supremacía del automóvil, en detrimento de otras formas de movilidad que generan menor impacto en el medioambiente.
Si bien las iniciativas que pretenden limitar el uso del automóvil en los centros urbanos son bien intencionadas y necesarias, es también cierto que muchas se ejecutan desligadas de un plan integral y supramunicipal capaz de una gestión eficaz para engranar nodos e infraestructura con distintos tipos de movilidad. No es solo que en algunos casos el brazo político esté fracturado por intereses o que a veces la planificación sea huérfana de ética, este desfase es parte de la propia incertidumbre del sistema, de las características y condiciones financieras de cada administración y de la legislación que rige a cada dependencia municipal.
Por otro lado, propuestas como regular el tráfico en las ciudades, promover la movilidad sostenible a través del uso de la bicicleta, peatonalizar para potenciar el caminar para así reducir el uso del automóvil, desatan polémicas desde la propia sociedad civil y esto tiene incidencia en los indicadores políticos. Los medios de comunicación hacen eco de las acciones y posturas frente a las políticas contrarias o a favor de la necesidad de un cambio del modelo de movilidad para disminuir la polución, pero, en algunos casos, la mediatización solo consigue allanar el terreno para hacer eco de posturas que divagan en enfrentamientos. Los Estados pactan acuerdos que se asumen como parte de la dimensión política, que juegan a dar una sensación de amparo, de legalidad. Sin embargo, las fisuras son cada vez más visibles y los compromisos parecen diluirse en un mar de poderes e intereses en un contexto de negociaciones y pactos sumergidos en ambages y letargias.
Los datos sobre la afectación de la contaminación en la salud y el cambio climático son determinantes, pero los mecanismos de reducción de la contaminación son insuficientes. ¿Qué podemos hacer?, ¿es posible tomar parte?. Aquí toma importancia el papel de la ciudadanía, a través de la implicación, la organización y la participación; el activismo debe proponer el trabajo conjunto con las administraciones y exigir que se impongan leyes y restricciones frente a un problema de salud pública.
Como se señalaba anteriormente, muchas ciudades han puesto en marcha iniciativas para reducir el tráfico en las ciudades, pero en estos procesos se evidencia la carencia de dos aspectos determinantes: la información y la concienciación. Por un lado, dar a conocer datos reales de las mediciones de la contaminación atmosférica a la ciudadanía es hacer visible un problema que no tiene la prioridad que requiere; y por otro, con la visibilización de los datos de contaminación atmosférica se promueve la concienciación ciudadana sobre el uso de medios de transporte sostenible. Estos dos ejes son necesarios para ejercer presión sobre los ámbitos políticos y administrativos.
Una propuesta activista que basa su ruta de acciones en la información y concienciación sobre los valores de contaminación provenientes de fuentes móviles surge desde una plataforma organizada para tomar acción en la problemática de la mala calidad del aire en la ciudad de Valencia. La plataforma València per l’aire está compuesta por ciudadanos, colectivos y técnicos especialistas en el sector salud, ingeniería, movilidad y espacio urbano, coordinadoras AMPA y asociaciones de vecinos, organizaciones ecologistas y de la bicicleta que de forma voluntaria trabajan por «garantizar la transparencia y el libre acceso a la información sobre la contaminación atmosférica». Su propuesta «Conoce la calidad el aire que respiras. Mejoremos la salud de Valencia»[1] participó en el proceso de «consulta ciudadana sobre inversión de barrios» que promueve el Ayuntamiento de Valencia: #DecidimValencia. Con la cantidad de apoyos que obtuvo ha pasado a la fase de estudio de viabilidad del proyecto. Además y como parte del objetivo de informar, la plataforma ha creado una página web [2] en la que se publicarán datos relacionados con la afectación del tráfico automotor en la calidad del aire, como indicadores de partículas, gases, intensidad de tráfico, reparto modal, número de plazas de parking, número de vehículos que acceden a la ciudad; así como las actividades que se llevan a cabo con los talleres, las jornadas de concienciación e información y los proyectos de actuación.
Y es que carecemos de información, de datos representativos sobre la calidad del aire que respiramos. Hace poco el Ayuntamiento proponía una serie de itinerarios urbanos para corredores; casualmente en algunas de estas rutas las mediciones tomadas por técnicos de la plataforma arrojaron niveles de NO2, CO2 y partículas de carbón negro por encima del límite permitido por la OMS. A partir de aquí se ideó una campaña en las redes sociales con el hashtag #OjoRunner y #ValenciaPerLaire para alertar a los corredores de que la mala calidad del aire en algunos de los itinerarios propuestos es perjudicial para la salud. Por esto, «hay que actuar, es necesario que los ciudadanos puedan conocer la situación real de los valores de contaminación»; es la premisa de la plataforma València per l’aire. En ésta línea la plataforma trabaja en distintas actividades para encaminar acciones a corto y mediano plazo con el objetivo de incidir en la sociedad civil, en las instituciones, en la políticas medioambientales, en la planificación urbana y en la visión de ciudad más humana de las administraciones.
El activismo tiene la fuerza para activar y promover cambios, sin embargo las acciones desde colectivos, organizaciones y ciudadanía deben tener repercusión en la planificación y en las políticas medioambientales; se trata de un trabajo conjunto. Por otro lado, el cambio efectivo hacia un modelo de movilidad sostenible solo será posible dentro de una planificación ética y responsable; estas competencias deben orientarse de forma contundente en la implementación de leyes de protección medioambiental y restricción de las emisiones. Una ciudad saludable es una ciudad a escala humana; respirar aire limpio depende de una planificación sostenible y de la gestión responsable de las fuentes de emisión.
Sabrina Gaudino Di Meo | Arquitecta
Notas:
1.Conoce la propuesta de la plataforma València per l’aire
2.La web de la plataforma València per l’aire está en construcción y pronto ofrecerá información y datos de interés sobre la calidad del aire en la ciudad de Valencia, pueden visitarla aquí.