5 Factores para una Rehabilitación de Vivienda Adecuada

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Rehabilitar

  1. tr. Habilitar de nuevo o restituir a alguien o algo a su antiguo estado. U. t. c. prnl.

Si pensamos en un brazo luxado, evidentemente, lo consideraremos rehabilitado cuando seamos capaces de volver a tener las funciones del estado inicial, considerando que ese estado inicial era óptimo, es decir: que podamos ser capaces de tener un uso o servicio natural de “un brazo”. ¿Si no?, ¿cómo marcar un estado inicial o ideal? 

Si hablamos de vivienda (o arquitectura en general), la rehabilitación estaría anclada a las condiciones que consideramos como mínimas para habitar, pero esto es muy relativo.

A día de hoy, no es suficiente pensar en un techo y un suelo con un aseo; no es suficiente pensar en unas condiciones mínimas de habitabilidad, sino en unas condiciones mínimas de confort que están marcadas por el entorno y otros factores propios de la realidad individual de los ocupantes o de la geografía e, incluso, en determinados estándares legislados, muchas veces de manera regional.

¿Cómo podemos ejercitarnos en la búsqueda de un equilibrio de todos estos factores y lograr una intervención adecuada?

Veamos algunos de los elementos que intervienen:

Definir el objetivo de la rehabilitación

El primer factor a determinar es la razón de la rehabilitación. No confundamos. Una rehabilitación no es una reforma. Son dos cosas distintas. Ni tampoco es una reconstrucción. La reforma tiene que ver con una intervención de distinto carácter, pero fundamentalmente está encaminada a una mejora de confort que tiene que ver con cambios, desde un inicio cosméticos o, como mencionada antes, de confort.

Las rehabilitaciones se diferencian de las reformas por a sus objetivos. Muchas veces se pretende “salvar el inmueble”, generalmente, más desde una perspectiva patrimonial, de acuerdo a catalogaciones y consideraciones del “valor” del inmueble. En ese caso, el uso del mismo pasa a segundo plano y más bien corresponderá a una etapa posterior el plantearse intervenciones de carácter interior, que permitan un uso determinado en un contenedor rehabilitado.

Por otro lado, están las rehabilitaciones que tienen que hacer frente a un incidente determinado, en cuyo caso, la razón de la rehabilitación tiene mucho que ver con el incidente. No es lo mismo rehabilitar luego de un incendio que de un terremoto, y es aquí cuando el carácter de la intervención toma sentido.

Mientras que en una rehabilitación con un acervo cultural o histórico, la importancia de la rehabilitación radica en el continente (qué de alguna manera podríamos decir que cosifica el sentido de la arquitectura) en una rehabilitación funcional prima el sentido de uso, acto que creo que dignifica, en cierto sentido, el quehacer de la arquitectura, en cuanto a un sentido, que muchas veces puede ser social.

Sin embargo, tanto rehabilitación como reforma comparten unos apartados qué, independientemente del objetivo fundamental de la intervención, son afines a ambos. Veamos algunos que pueden ser importantes.

Imagen: Castelvecchio, Carlo Scarpa, Venecia, Italia. Icónico y emblemático proyecto de rehabilitación, afamado justamente por el cuidado y la delicadeza de la intervención.
Imagen: Castelvecchio, Carlo Scarpa, Venecia, Italia. Icónico y emblemático proyecto de rehabilitación, afamado justamente por el cuidado y la delicadeza de la intervención.

Determinar el momento histórico

Definir el momento histórico es fundamental.

Los edificios antiguos tienen historia: esto no significa una fecha datada de manera precisa, cuando el edificio ha sido edificado, inaugurado, etc. No. Esto implica comprender que cada edificio es el escenario y, muchas veces, parte de una narrativa que se ha dado durante un tiempo.

Esto es comprender que un edificio, por estático que lo veamos, acumula una suerte de hechos que le hacen asemejarse mucho a tener una vida.

Es comprender que el paso del tiempo y, por ende, sus acciones son un cúmulo superpuesto de circunstancias no estáticas: no en una condición de línea de tiempo, sino que se sobreponen, se van montando y generan una amalgama tanto de hechos como de circunstancias. Lo explico con un ejemplo:

Los sitios con alta incidencia sísmica han reconstruido sus casas sobre las ruinas de cada evento sísmico, esto quiere decir que en muchos casos el encontrar elementos como paredes de mampuestos que mezclan tierra cocida con tierra cruda -dos elementos que denotan claramente momentos distintos de la evolución del material y de la tecnología- es muy normal.

En esta reflexión debemos ser conscientes de que, además, el desarrollo académico y tecnológico que el oficio ha tomado en el último siglo y medio supera con creces toda la evolución anteriormente alcanzada. De tal manera que, antiguamente, no había muchas referencias de un “buenas prácticas”, sino que simplemente había una transmisión de oficios sobre la base de conocimientos empíricos.

Imagen: Castillo de Garcimuñoz, Izaskun Chinchillla, Proyecto que en su momento desató alguna polémica , debido a la preponderancia de los elementos ornamentales contemporáneos en una construcción protegida.
Imagen: Castillo de Garcimuñoz, Izaskun Chinchillla, Proyecto que en su momento desató alguna polémica , debido a la preponderancia de los elementos ornamentales contemporáneos en una construcción protegida.

Pero volvamos a lo histórico. Teníamos, por un lado, el determinar el momento del objeto, pero no menos importante es el determinar el momento desde el que se rehabilita. Y no necesariamente es el momento actual, sino que según la historia, generalmente de los objetos arquitectónicos, se puede enfrentar la rehabilitación desde una fecha determinada, que en muchos casos puede corresponderse a la importancia histórica, o tecnológica.    

Evidentemente, son casos complejos que se sintetizan radicalmente al tratarse de una vivienda cualquiera, pero que no dejan de ser un elemento a analizar antes de la intervención.

De hecho, el concepto común que manejan los seguros (cuando son los encargados de intervenir) resulta ser algo contradictorio, aunque legal: “Te vamos a dejar la casa como estaba”. Literalmente y de manera técnica cita a una reconstrucción, no a una rehabilitación, puesto que no considera el momento contemporáneo. Esto en una vivienda de 30 años es un dato importante y definitivo desde muchos puntos de vista.

Considerar lo inesperado como mayúsculo

Sobre la base de estudios ligeros, profundos o empíricos, siempre se debe considerar que todos los estudios y los proyectos de intervención serán lo suficientemente exhaustivos y completos como para suponer que está todo planificado. Todo lo contrario: un proyecto de rehabilitación contiene una carga muy alta de ámbitos desconocidos que, además, estarán anclados al mismo proceso de intervención.

Esto es tan dramático que en muchos casos podrá ser mayor incluso a lo planificado como proyecto, sino basta ver los casos en los que se han encontrado restos arqueológicos y todo el esfuerzo que supone el seguir adelante con esa carga extemporánea, no planificada y adicional. 

Como decía antes, lo más paradójico de esto es que es el mismo proceso quién poco a poco va dando pistas de lo que se dejará ver a posteriori. De esto se desprende la siguiente recomendación.

La metodología

Es muy importante considerar un orden escrupuloso al momento de la intervención, que es lo que permitirá que los elementos no tomados en cuenta en los estudios proyectuales sean oportunamente detectados y salvaguardados.

Las condiciones en las que se aborda una construcción al momento de intervenir suelen ser complejas, tanto así que será indispensable considerar un peritaje previo y registro exhaustivo, a fin de considerar una etapa de arquitectura forense, que probablemente determine, sobre la base del registro levantado en el momento original, determinadas condiciones o efectos a posterior cuando estos sean ya inexistentes. 

Será también vital durante el proceso el considerar la importancia de que la metodología de intervención es escrupulosa (más en la logística y el orden que en la parte técnica) para la que se supone que contaremos con técnicos especializados.

El orden y la limpieza no serán importantes solo al inicio de la intervención sino durante todo el proceso que dure hasta el final. Una gran frase acuñada en el trabajo minucioso de obra dice que “detrás del desorden y la suciedad (escombro), se esconden los errores técnicos”.

La primera fase de la limpieza empieza por el desescombro, que permitirá poner en primer plano la realidad del objeto arquitectónico: es un desvestir la arquitectura, para poder ser evaluada en la realidad concreta. La limpieza siguiente suele ser más fina, acompañada muchas veces de limpieza química, de intervención delicada y que permite otra vez seguir descubriendo o más elementos a intervenir o nuevas realidades del proyecto. 

La tecnología

Una vez descubierta la propia condición, el proceso de intervención va por lo estructural: muchas veces se necesitan pruebas adicionales para determinar mayores y mejores necesidades de la edificación, o muchas veces simplemente para comprobar su condición.

Las instalaciones y el acondicionamiento son probablemente la parte menos valorada, poco vista y que pone en condición de uso con mayor relevancia a una edificación rehabilitada. Estas son en gran medida el resultado del momento tecnológico y de los recursos, pero debemos ser agradecidos con el desarrollo tecnológico, puesto que puestos a modernizar un inmueble, la domótica a día de hoy no deja cosas sin resolver, sino que va muy por delante de las aspiraciones de confort que podemos tener.

Algo similar sucede con las adaptaciones, los acabados y las terminaciones. Este tema es importante atacarlo desde una perspectiva que tome en cuenta las dimensiones tanto cuantitativas como cualitativas de un proyecto. No es lo mismo adaptar un antiguo hospital a museo, que una masía a casa rural, ni una rehabilitación de una vivienda urbana de hace treinta años que se la quiere actualizar de acabados. Cada uno ameritará una intervención con un grado distinto de especialidad y por ende con la participación de distintos profesionales.

Y es desde este punto de vista que desarrollaremos a posterior un sencillo decálogo del cuidado de las reformas.

Mario Hidrobo

Arquitecto y Urbanista (1992). Con estudios y experiencia en Rehabilitación Patrimonial, Accesibilidad, Movilidad Urbana Sostenible, Cooperación al Desarrollo y Cultura digital, temáticas que aborda tanto en lo práctico como desde la docencia. Actualmente, actúa como facilitador de conciencia territorial, encargándose de procesos de Participación ciudadana digital